Este post está dedicado a mi hermano, el Tuco, a quien lamentablemente no puedo ver tan a menudo como me gustaría, y que ha cumplido años el pasado 3 de abril. (¡FELICIDADES GORDO!), por lo cual, podría ir también con la etiqueta Calendar Lady.
No obstante, elijo este otro rótulo, (“Y demás deudos”) porque quiero contar algo que ya prometí cuando lo inauguré en otro post, es decir, voy a explicarles cómo mis seres queridos llegaron a ver publicadas sus obras .
En el caso de mis hijos y su padre, me cabe el orgullo de haberlos introducido en el mundo literario, haberles hecho gustar la lectura y haberlos incentivado a escribir a su vez.
En el caso de mi hermano, ambos bebimos de la misma fuente: una casa llena de libros, donde leer era considerado un placer primordial.
Pero todos contaron con mi aporte de secretaria, escribiente e impulsora de alguna manera. De todo eso me siento muy orgullosa, y por eso lo comparto con ustedes.
El tema es que yo recibía borradores, papeles garabateados de modo casi siempre improlijo, y me tomaba el trabajo de pasarlos en limpio en la computadora (y antes en la Olivetti), clasificarlos, armar un índice, seleccionarlos y enviarlos a diversos concursos.
En muchos casos tuve la suerte de posicionarlos para su publicación, siempre por los méritos propios del trabajo mismo, ya que yo no les cambiaba ni una coma, sólo hacía el trabajo pedestre de allanarles el camino hasta las editoriales.
Y así se fueron publicando muchas de esas obras, en este caso la de mi hermano Carlos César Argüello, que se publicó en el año 2001 en la Antología Poetas y Narradores Contemporáneos, (Editorial de los Cuatro Vientos, pág 9), y que aquí comparto con ustedes.
Como siempre, va también el escaneo de la tapa y de la dedicatoria, que en este caso lleva mi firma, porque en el mismo libro también se publicó un cuento mío, que subiré en algún otro post.
Y como casi siempre, he tomado la foto de un mail, de modo que desconozco el autor, pero está muy buena, ¿verdad?
Espero que hayan encontrado el poema tan bello como yo lo considero, y espero que disfruten un fin de semana como se merecen, y si es posible mucho mejor, también.
No obstante, elijo este otro rótulo, (“Y demás deudos”) porque quiero contar algo que ya prometí cuando lo inauguré en otro post, es decir, voy a explicarles cómo mis seres queridos llegaron a ver publicadas sus obras .
En el caso de mis hijos y su padre, me cabe el orgullo de haberlos introducido en el mundo literario, haberles hecho gustar la lectura y haberlos incentivado a escribir a su vez.
En el caso de mi hermano, ambos bebimos de la misma fuente: una casa llena de libros, donde leer era considerado un placer primordial.
Pero todos contaron con mi aporte de secretaria, escribiente e impulsora de alguna manera. De todo eso me siento muy orgullosa, y por eso lo comparto con ustedes.
El tema es que yo recibía borradores, papeles garabateados de modo casi siempre improlijo, y me tomaba el trabajo de pasarlos en limpio en la computadora (y antes en la Olivetti), clasificarlos, armar un índice, seleccionarlos y enviarlos a diversos concursos.
En muchos casos tuve la suerte de posicionarlos para su publicación, siempre por los méritos propios del trabajo mismo, ya que yo no les cambiaba ni una coma, sólo hacía el trabajo pedestre de allanarles el camino hasta las editoriales.
Y así se fueron publicando muchas de esas obras, en este caso la de mi hermano Carlos César Argüello, que se publicó en el año 2001 en la Antología Poetas y Narradores Contemporáneos, (Editorial de los Cuatro Vientos, pág 9), y que aquí comparto con ustedes.
TODAS LAS LUNAS LLENAS...
por Carlos César Argüello
El violeta cielo inmenso,
la luna, blanca y plata,
las luces a lo lejos,
la brisa transparente...
tus ojos y tu pelo
caminan el suspiro
sobre la piel desnuda.
Las flores de diciembre
hacen noche y aroma
. sobre tu risa clara
y perfuman el aire
del sábado nocturno...
Los versos se desgranan
como la brisa... y vuelan
para llamar tu puerta
Descalzo por tu gracia
mi corazón cabalga
desnudo, simple, rudo.
Para acunar tu nombre,
para anidar tu sombra
Para abrigar tu fuego,
para soñar tus sueños
para desear quererte
todas las lunas llenas.
Las flores de diciembre
van a llamar tu puerta
para tener tus ojos
para oler tu pelo
todas las lunas llenas.
13-6-96
por Carlos César Argüello
El violeta cielo inmenso,
la luna, blanca y plata,
las luces a lo lejos,
la brisa transparente...
tus ojos y tu pelo
caminan el suspiro
sobre la piel desnuda.
Las flores de diciembre
hacen noche y aroma
. sobre tu risa clara
y perfuman el aire
del sábado nocturno...
Los versos se desgranan
como la brisa... y vuelan
para llamar tu puerta
Descalzo por tu gracia
mi corazón cabalga
desnudo, simple, rudo.
Para acunar tu nombre,
para anidar tu sombra
Para abrigar tu fuego,
para soñar tus sueños
para desear quererte
todas las lunas llenas.
Las flores de diciembre
van a llamar tu puerta
para tener tus ojos
para oler tu pelo
todas las lunas llenas.
13-6-96
Como siempre, va también el escaneo de la tapa y de la dedicatoria, que en este caso lleva mi firma, porque en el mismo libro también se publicó un cuento mío, que subiré en algún otro post.
Y como casi siempre, he tomado la foto de un mail, de modo que desconozco el autor, pero está muy buena, ¿verdad?
Espero que hayan encontrado el poema tan bello como yo lo considero, y espero que disfruten un fin de semana como se merecen, y si es posible mucho mejor, también.
No olviden a los perritos y gatitos que esperan hogar y que les pueden regalar bellas aventuras una vez que los incorporen a su familia. Un abrazo y hasta el próximo sábado. Graciela.
P.S.: Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.
1 comentario:
Graciela:
Hermoso poema el de tu hermano Carlos.
Qué lindo haber crecido en una casa llena de libros. También yo tuve esa suerte. Mis padres nunca me dijeron que leyera. Predicaron con el ejemplo. Recuerdo que cuando era adolescente y mis hermanas, mucho mayores que yo, se habían ido de casa a hacer sus vidas, a mi padre le gustaba mucho leer en voz alta sus libros en inglés, y luego traducir lo que iba leyendo para mi madre y para mí. Recuerdo con mucho placer esas lecturas.
¡Saludos!
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