Hoy voy a contarles una anécdota que pinta de cuerpo entero a una cierta persona, que no voy a mencionar por su nombre, por aquéllo de que "se dice el pecado, pero no el pecador".
Esto sucedió hace ya algunos años en un congreso internacional en una zona turística de mi provincia. Como es ya habitual, cuando se reúne gente de todo el mundo, los diálogos se entablan en inglés.
O podríamos decir mejor, en una amplia gama de "ingleses": desde el más correcto y académico, hasta el del mejor estilo Tarzán, pasando por el slang, el spanglish, y el mímico-verbal.
En una de esas ocasiones, y siendo yo miembro de la Comisión Organizadora, oficiaba de traductora simultánea en las sesiones y también en los intervalos. Por eso, precisamente, no me asombró demasiado que un colega turco me pidiera intermediación en un diálogo que lo había dejado anonadado.
El caso es que vino a mí diciendo, en un muy pulcro y correcto inglés británico,:
-"Debo estar entendiendo algo mal, Graciela, ¿me podrías traducir lo que este colega dice?"
La conversación era con uno de esos omnisapientes personajes, capaces de enseñarle a Lionel Messi cómo se patea una pelota, y versaba sobre los usos y costumbres propios de Turquía.
Particularmente, el colega argentino, cuyo nombre no voy a mencionar, le discutía al geólogo turco que en ese país, las mujeres no tenían permitido participar en danzas tradicionales. Su "prueba científica" era que había estado en esa tierra, y allí había visto a un ballet exclusivamente masculino ejecutar algunas danzas.
Yo le hice notar que era escaso el fundamento para semejante afirmación, porque igualmente, si un extranjero viera un grupo de gauchos argentinos bailando el malambo, podría suponer que las mujeres argentinas tenemos vedado el baile.
Pero no había manera de hacérselo entender, por mucho que el propio turco lo explicara una y otra vez.
El final del cuento es que - ya cansado- el extranjero dijo:
- "Pero, doctor, yo he nacido y vivido toda mi vida en Turquía, y le aseguro que eso no es así".
Ante lo cual, el sabelotodo cerró la discusión, diciendo fastidiado:
- "¡No me venga a discutir a mí! ¡Yo estuve diez días en un Congreso allá!"
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y por suerte tengo testigos de esto, porque cualquier desprevenido podría muy bien imaginar que lo estoy inventando.
Pero es que es cierto que la realidad supera a veces a la ficción, del mismo modo que la felicidad supera a la tristeza cuando se adopta a un compañero como Tolón, para toda la vida.
Un beso, y nos vemos el próximo sábado. Graciela.
P.S.: La foto la he tomado de este sitio web.
Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle, ¿les gusta la idea?
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9 comentarios:
Es el clásico momento vergüenza ajena y ganas de callar al local de un chirlo en el hocico.
Muy inspirado lo del chirlo en el hocico, Dayana , ¡lástima que no se me ocurrió en el momento!
Para todo hay gente y nunca falta a como dicen en México Jalisco nunca pierde jaja uanque yo soy de Costa Rica, pero ese refrán se usa mucho acá.
Saludos
Querida Graciela esta fundación que ayuda a los perros en Costa Rica y esta haciendo una gran lavor, nos e si quieres seguirla en FB, hay cada rescate e historia que te llenara de alegría.
https://www.facebook.com/tierradeanimalescr?hc_location=stream
Gracias Roy, , en seguida entro a conocer la fundación. Yo estoy cada día más comprometida en la parte educativa y de difusión del tema, De hecho, la semana que viene tengo una entrevista radial sobre eso. Un beso,
Por escribir rápido después veo que cometí errores ortográficos en los comentarios jaja, porque no grabas la entrevista y la pones para oírte, o si esta en Internet la radio esa.
Saludos
Sí, Roy, , seguramente lo haré, como subí la charla en el centro vecinal, hace unas semanas, y como subo las entrevistas geológicas en el otro blog. Es una linda manera de tener un post hecho, sin mucho esfuerzo, jejeje
Caramba... esos son los especímenes que dan mala fama...
Sí, Terox , podés decirlo con todas las letras: la fama de engreídos de los argentinos. Lástima que caemos todos por unos cuantos como éste. Un beso Graciela
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