"Un año más vivido, y otro menos por vivir" Así decía mi madre en cada cumpleaños y en cada Nochevieja.
Ella lo decía desde su profundo pesismismo, como pensando en la Parca a la vuelta de la esquina. Y sin embargo vivió hasta los 89 años y medio, que no es poco.
A mí, en cambio me pasa otra cosa cuando escucho o repito esa sentencia aparentemente oscura. A mí me ilumina, me enciende, me carga las pilas.
¿Por qué? Porque pienso que cada minuto perdido es irrecuperable y pone en riesgo completar mi larga lista de pendientes que en lugar de decrecer siempre crece, porque siempre estoy pensando en más cosas que vale la pena hacer antes de subirse a la barca con Caronte.
Barca a la que me tendrán que arrastrar de los pelos, no crean...
Me gusta estar viva, y me gusta vivir. Es más, a veces me pregunto "¿qué va a ser del mundo sin mí? "¿Cómo seguirá adelante cuando yo no le esté empujando?" :D
Por eso, "un año menos por vivir" es una expresión que me da cuerda, me apura, me empuja, es como si me pusiera un petardo en el traste, bah...
Y esas mismas ganas son las que deseo de corazón que todos tengan en el nuevo año, en el que todos tenemos tantas cosas que hacer, como por ejemplo, procurar hogares para todos y cada uno de los pps de los refugios y sin hogar. Bombona es una de esas criaturas en espera. Un abrazo, feliz 2018, y hasta el próximo sábado, con un año más vivido y uno menos por vivir (como decía mi madre). Graciela.
Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito callejero o rescatado de alguna fea situación.
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