Bartimeo, Federico Alfonso y Elvira Inés, los ángeles del blog.

domingo, 2 de diciembre de 2007

PRESENTANDO A MIKARTITA SABEUNTOKO

Antes de entrar en materia, quiero agradecer a los artífices de un día muy feliz, específicamente el pasado miércoles 28.
No hace falta abundar en detalles, porque no dudo de que ya saben ustedes cuánto aprecio el momento que me permitieron compartir. Simplemente, gracias.


Y ahora vamos a lo nuestro. Ya conocen muchos de ustedes a Mikartita Sabeuntoko, la gitana tarotista japonesa, que oportunamente de modo tan decisivo incidió en el destino de Sophie y Nevermind.
Pues bien, luego de leer indignada mi post criticando las supuestas incidencias astrales, y la colección de ingenuos que se dejan embaucar, vino a exigir derecho a réplica; y charla va, charla viene, terminamos acercando posiciones.
Yo sigo pensando que lo suyo es pura chanteada, y ella está convencida de que soy “una ignorante que se escuda en la soberbia pseudo científica para descalificar lo que no comprende” (sic. Bueno, casi sic., porque he debido depurar algunos improperios que venían entremezclados en lo que acabo de entrecomillar, a los solos fines de hacer más inteligible lo que ella pretendía expresar. Bah, dicho en otras palabras, le saqué unos cuantos insultos, para que se entienda mejor).

Y sí, ya sé que las resultantes no son posiciones muy cercanas que se diga, pero están mucho menos lejos entre sí, que las definiciones originales, ya que aquellas primeras argumentaciones no podrían reproducirse aquí, salvo con caracolitos, culebritas y numerales (muy cordobeses para provenir de una japonesa, ahora que lo pienso).

Pero al final nos fuimos haciendo amigas, porque debo aceptar que así, con su lechuza embalsamada parada sobre el hombro, la bola de acrílico, (que por una cuestión meramente económica y práctica, y luego de varios accidentes, reemplazó a las de cristal, que no cesaban de romperse) la túnica verde cata, el turbante colorado y el collar de redondas y gigantescas cuentas multicolores que le circunda por tres veces el cuello, me ha caído más que simpática.

De su extracción gitana conserva además, las características chinelas, una multitud de dorados brazaletes y profusión de anillos en sus manos regordetas. Si a todo ello se le suman unos ojos orientales y una sospechosa tonada boliviana, de verdad uno termina queriéndola, porque decididamente es alguien muy especial.

Lo concreto es que Mikartita ha escrito un libro con caracterizaciones astrológicas, horóscopos, cartas natales, cartomancia, y no sé qué otros yuyos, con el que piensa currar, como ya antes lo han hecho otros muchos avivados.

Pero a ella le está faltando difusión y carece de contactos, de modo que su libro ya lleva unos ocho años de escrito y ella no ha conseguido todavía publicarlo. Ya le va cambiando siete veces el título: originalmente se llamaba “Su horóscopo para el año 2000”. Como no pudo publicarlo por ese entonces, pasó a ser “Su horóscopo para el año 2001” y así sucesivamente hasta esta nueva versión que obviamente es “Su horóscopo para el año 2008”.

Lo más notable es que salvo el número que aparece en el título, no le ha cambiado una sola letra en todo este tiempo. Y no piensa hacerlo mientras permanezca inédito porque como ella misma explica: “¿Para qué lo voy a cambiar, si todavía nadie lo leyó y nadie puede notar la diferencia?”.

Obviando algunos detalles menores, Mikartita es una astróloga seria, como puede deducirse de lo anteriormente expuesto, y merece una pequeña oportunidad para darse a conocer y poder seguir viviendo sin trabajar, tal como ahora, pero con mejores ingresos.

Porque con su modesto “consultorio” va tirando, sin necesidad de gastar mucha energía, pero con ingresos muy por debajo de sus expectativas.

Como he llegado a quererla, y con la intención de darle una mano, le voy a permitir difundir su obra en mi blog, pero teniendo que adecuarse a mis propias condiciones.

En primer lugar, tiene que conformarse con usar la etiqueta “El humor nos salve” aunque proteste bastante porque dice que “le quita seriedad a la cosa” (sic). Pero aquí mando yo, y ante mi rotunda negativa a generar un espacio con etiqueta científica, como ella pretendía debió conformarse con eso.

En segundo lugar, nada de marketing viral con ella sentándose en las rodillas de sus lectores. Y aclaro que si no acepté esa sugerencia, no fue por oponer a esa forma de MKT ninguna objeción, sino por salvaguardar la integridad física de sus potenciales seguidores, pues Mikartita Sabeuntoko, pesa precisamente un toco, y no tiene con Dayana más parecido que el de pertenecer ambas al género femenino.

Para que este post no se haga muy largo, me conformo por ahora con la sola presentación de la temática y según la respuesta de los lectores, ella irá subiendo algunos posts, con mayor o menor asiduidad (cuando yo le deje un espacio libre, obviamente).

Para la primera aparición, le he pedido que vaya preparando un pequeño currículum, y como he notado que le cuesta bastante redactarlo, voy a tener que esperarla algunas semanas. Pero eso la va mantener entretenida, y alejada de mi heladera, que asalta descaradamente cada vez que aparece para discutir el proyecto.

Bueno, queridos todos, hasta el próximo fin de semana. Mientras tanto, sigan depredando, que el nicho ecológico aguanta (por lo menos una semana).

Para el caso que prefieran ocupar su tiempo en la meditación, les dejo una reflexión alusiva al tema, del genial Ambrose Bierce, tomada de su Diccionario del Diablo:

Adivinación: s. Arte de desembrollar lo oculto. Hay tantas clases de adivinación como las diversidades exuberantes del lerdo florido y del bobo precoz.



No olviden a los perritos y gatitos que esperan hogar y que les pueden regalar bellas aventuras una vez que los incorporen a su familia. Un abrazo y hasta el próximo sábado. Graciela.

P.S.: Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la  mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.

6 comentarios:

Carlos Alberto dijo...

¡Hola, Graciela!

Dice Graciela:

(A mí me gusta mirar las cosas desde el otro lado, siempre que puedo. Por eso, las brujas de los cuentos que le cuento a mi nieto son siempre divertidas y despistadas.)

¡Por supuesto, Graciela! Todo depende del cuento y de lo impresionable que sea el chico. También de su edad. No es lo mismo un niño de cuatro años que otro de nueve. Como le dije a Sarita, a mí siempre me gustó el TERROR, desde muy chico. Y no estoy hablando de duendes y dragones. Estoy hablando de hombres lobo, vampiros humanos, muertos vivientes, etc. Me hicieron temerle a la oscuridad, pero no me arrepiento en lo más mínimo de haber visto esas películas. No, no me parece bueno que niños tan pequeños vean las películas que yo vi. Las disfruté muchísimo. Pero, como ya dije, me ATERRABA la OSCURIDAD.

Tal vez Rebecca Horn era una niña muy impresionable, muy asustadiza. Tal vez los cuentos que el padre le contaba eran muy feos, no aptos para su edad. Creo que el padre de Rebecca tendría que haberse dado cuenta que esos cuentos que le contaba a su hija, le hacían muy mal. Tal vez a otros niños sólo les hubiera divertido, pero a Rebecca no. A Rebecca le hacían mal.

(A veces incomprendidas porque hacen cosas fuera de lo común, pero no hay ninguna maldad en ellas. Con eso nos hemos convertido en compinches de secretos, ya que cuando los adultos pretenden asustarlo (tiene 3 años) con brujas o duendes o lo que sea, intercambiamos miradas de inteligencia, que desmitifican la historia, y después cantamos juntos "La bruja Tapita" muriéndonos de risa.)

Graciela: ¡Qué suerte TAN GRANDE para ese chico tenerte de abuela!

___________________________________

«Hay que facilitarles el aprendizaje a los niños conversando con ellos, leyéndoles, pensando en voz alta para que oigan, manteniéndolos envueltos en el sonido de las palabras, haciendo que sea para ellos una delicia escucharlas, aunque no las comprendan.»

«En el siglo XVIII, en los Estados Unidos, los niños oían leer la Biblia en voz alta desde su más tierna edad, y esto puedo haber contribuido al notable dominio de la palabra que tenían los líderes de la revolución norteamericana. El padre del poeta Galés Dylan Thomas leía a Shakespeare para que lo escuchara el chico cuando no tenía más de tres o cuatro años. El joven Dylan no entendía el argumento, pero es probable que absorbiera la musicalidad del idioma.»

Dr. Joseph Hunt

___________________________________

(Hacemos lo mismo con todos los engendros con los que quieren "disciplinar a los niños", y de verdad es muy entretenido jugar a que sabemos más que el resto, porque aprendemos a no prejuzgar.)

Graciela: Obviamente le estás leyendo cuentos apropiados para su edad. Eso (más tu cariño, tus explicaciones, tu sonrisa, tu compañía, tus abrazos) le está haciendo MUY BIEN a tu nieto. Le estás ENRIQUECIENDO el CEREBRO. Y lo estás ayudando, también, a que desarrolle INTELIGENCIA EMOCIONAL. ¡TE FELICITO!

(Por otro lado, Carlos, estoy aprendiendo de vos a no pasar en silencio por los blogs, aunque a veces me sobrepasa la falta de tiempo, y miro un poquito a hurtadillas)

Graciela: Cuando me visites, deja una frase o una pregunta. Así me entero que estuviste ahí. Una frase o una pregunta pueden decir mucho:

«¿Qué otra cosa vislumbras en la oscura lejanía, allá en el abismo del tiempo?»

William Shakesperare
«La Tempestad»
___________________________________

«No te interpongas entre el dragón y su furia.»

William Shakespeare
«El rey Lear»
___________________________________

«En buena lógica, ¿no debería la mente del orador conocer la sustancia del tema sobre el que se dispone a hablar?»

Platón
«Fedro»
___________________________________

«Las horas discurren silenciosa y furtivamente...»

William Skakespeare
«Ricardo III»
___________________________________

«El ser humano se halla a medio camino entre los dioses y las bestias»

Plotino
___________________________________


(Un beso, Graciela.)

¡Un abrazo!

Graciela L Arguello dijo...

Hola, Carlos Alberto,
me divierte descubrir una extraña sincronía en algunos de los posts, por otro lado tan absolutamente diferentes, que ambos subimos a nuestras páginas.
Mientras vos escribías sobre brujas pavorosas (las que motivaron los comentarios que viniste a responderme aquí) yo también presentaba una especie de bruja tarotista, con su lechuza en el hombro, pero descripta desde el humor, y completamente incapaz de generar otra cosa que sonrisas.
Definitivamente, las palabras adquieren las dimensiones que uno mismo les concede. A mí las brujas me causan diversión, a Rebecca un horror irremontable.
¡Qué maravillosa es la diversidad! ¡Cuánta amplitud le da a la vida!
Prometo saludarte cada vez que pase por tu blog, pero no te enojes si apenas tengo tiempo de escribir. "Hola, Carlos, pasé a verte"
Cariños, Graciela

Carlos Alberto dijo...

¡Hola, Graciela!

Dice Graciela:

(Pero eso la va mantener entretenida, y alejada de mi heladera, que asalta descaradamente cada vez que aparece para discutir el proyecto.)

Graciela: Esta travesura de Mikartita Sabeuntoko me causó mucha gracia (en especial la palabra descaradamente). Y me hizo recordar al más grande de mis sobrinos. Me contó mi sobrino que uno de sus amigos (cuando él era adolescente y vivía en casa de sus padres) cada vez que lo visitaba se iba derecho a la cocina. Más bien derecho a heladera. Siempre, invariablemente. :)

¡Saludos!

Graciela L Arguello dijo...

Sí, Carlos, como ves, mis brujas a lo sumo hacen algunas travesuras, pero maldades, nunca. Cariños, Graciela

Carlos Alberto dijo...

Dice Graciela:

(Definitivamente, las palabras adquieren las dimensiones que uno mismo les concede. A mí las brujas me causan diversión, a Rebecca un horror irremontable.)

Graciela: Me pregunto qué cuentos le contaría el padre a la pobre Rebecca. No creo que las brujas de esos cuentos fueran brujitas traviesas. Si Rebecca tiene un blog podríamos preguntarle. ¡Qué buena idea! ¿Tendrá un blog?

¡Saludos!

Posdata: Nada es verdad, nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.

Graciela L Arguello dijo...

Carlos Alberto, pues descubrir si lo tiene va a ser tu "tarea para el hogar", como decían las maestras cuando yo era chica. Y si lo encontrás, vamos a visitarla juntos, un beso, Graciela