Bartimeo, Federico Alfonso y Elvira Inés, los ángeles del blog.

viernes, 11 de julio de 2008

¡AGUANTE RENATA TODAVÍA!

ADVERTENCIA IMPORTANTE: ESTE POST NO DEBE LEERSE SIN ANTES HABER LEÍDO EL CUENTO RENATA. Renata (el cuento)recibió su premio en el año 2006, y en ese momento compartí la novedad con muchos amigos vía mail. Fue notable la reacción que produjo, y me parece interesante comentarla, ya que puede disparar ciertas reflexiones. La amplia mayoría de los varones hizo comentarios acerca de la belleza de Renata, y casi todos se postularon para reemplazar a Gastón, mientras él se ocupaba de Mirta. Da para pensar que para el género masculino pesa más lo exterior que cualquier valoración algo más profunda. 
Efectivamente, a nadie pareció importarle que Renata fuera caprichosa, superficial, egoísta y manipuladora. De todo eso la redimía su belleza. Tampoco vieron los hombres, la ironía final de la situación, ni el subyacente micro drama de infidelidad, de envidia, traición y revancha que pone en escena Mirta. Es más, ni siquiera vieron a Mirta. 
Aldo, a quien ya mencioné en el post anterior, fue la honrosa excepción capaz de encontrar una cierta belleza en el desenlace, que compensa a Mirta de tanto atropello. Recuerdo que su primer comentario fue algo así como “!Bien por Mirta, es una diosa! Por último, debo agregar que los hombres no expresaron reacción alguna a la forma o el estilo del propio cuento. O sea señores, lamento decirles que su lectura fue bastante rústica. Una bella mujer, inexistente para más datos, los convirtió en insensibles pitecántropos, ciegos a culquier sutileza. Conclusión final: género masculino mayoritariamente reprobado como lector y poco sagaz al menos en un punto. 
En efecto, ninguno se dio cuenta de que Gastón tampoco es digno de envidia. El pobre tipo es un mero trofeo que se describe para colmo, como un marido resentido y un amante apenas satisfactorio. Aparentemente no les importaría a los hombres ponerse en esa situación, por el simple hecho de tener una Renata colgada del brazo para su lucimiento social. 
De todo lo anterior se salvan los que comentaron en el post, porque no cayeron en los errores mencionados. Además debo agregar que Carlos Alberto fue el que más reparó en el estilo literario. Ahora las mujeres: Casi todas mencionaron la estructura del cuento. Les gustó la forma en que estaba escrito, y la vuelta de tuerca del final. Bien, son lectoras capaces de apreciar la estética literaria. Un punto a su favor. Pero… Casi todas recuerdan haber tolerado alguna Renata durante años. Queridas mías, la gran pregunta es por qué 
¿Por qué se dejaron usar desvergonzadamente tantas mujeres, sin un átomo de saludable rebeldía? ¿Por qué no establecieron los necesarios límites? Esa parte no la comprendo y juro que me sorprendió. Me sorprendió además que ni sospecharan el final. Para mí venía cantado desde que aparece Gastón en escena. Tanto abuso sólo puede generar una peligrosa reacción, y no la vieron venir. 
Permítanme decirles que esa tolerancia de situaciones intolerables y la ceguera ante lo que tan claramente se está gestando, son dos puntos en contra. Además, casi todas esas mujeres que reconocieron haber sido “renateadas”- si se me permite el neologismo- manifestaron también su simpatía y admiración por la actitud de Mirta, a quien terminaron idealizando. Notable, ¿verdad? ¿Acaso no ven la mezquindad, la envidia, la pequeñez de Mirta, y su capacidad para la traición y la hipocresía? Mirta no es para nada mejor que Renata, y sin embargo, las mujeres llegaron a idolatrarla. Conclusión: las mujeres son mejores lectoras formales, pero su capacidad crítica para el fondo de la cuestión, naufragó en una reacción emocional. 
Y después de este análisis, mi propio descubrimiento: he aprendido mucho de la gente a través de su reacción a un simple cuento. Ojalá esta retroalimentación me permita enriquecer futuros personajes. Bueno, chicos, a mí me divirtió exprimir un poco más el cuento, y ojalá les haya interesado a ustedes también. Por lo pronto, vayan a seguir portándose mal, mientras preparo el post aniversario para el próximo sábado, porque créase o no, entre delirios y pavadas, ha transcurrido ya casi todo un año. ¿Vio, Pulpo, usted que me dijo que recién me iba a linkear cuando llegara al décimo post? ¿Pensó que abandonaría antes? ¿Acaso no me conoce? 
Ahora les debo recordar que les quedan unas pocas horas para anotarse en el amigo invisible virtual que organiza Atención Viandante, y que en este link encontrarán debidamente explicado. Una vez que lo hayan hecho, pueden salir al recreo hasta el próximo sábado, en que los espero con el post aniversario. Un beso de Graciela.
 Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle, ¿les gusta la idea? P.S.: Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la  mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.

10 comentarios:

Unknown dijo...

1- Feliz Aniversario de Blog.
2- El hábito se construye después de 35 repeticiones según algunos expertos. Imagine el changüí que le dí por la confianza que sólo necesité diez de prueba.
3- Este post no es el que hubiera elegido para celebrar el aniversario, pero bue...

Terox dijo...

Caray, no sabía que estabas registrando la reacción de tus lectores en forma tan minuciosa...

Habrá que ser más cuidadoso con los comentarios...

Tal vez con otra foto, yo me hubiera unido al coro de machos en celo... jajaja. Además, no creás, todos hemos caído alguna vez en las tretas de alguna Renata. En nuestro caso, al menos tenemos la excusa bioquímica. Creo que el caso de un Renato es relativamente infrecuente (tal vez por el rol competitivo que nos toca jugar).

En fin, cuidado con l@s Renat@s que andan por ahí!

Oberón manda saludos extensivos a Layka y familia...

Graciela L Arguello dijo...

Pulpo No has leído bien el último párrafo, éste no es el post aniversario. El del próximo sábado lo será. El cumpleaños es el 14, y dicen que no hay que festejar por adelantado...

Terox Por esta vez, zafaste, pero ya estás advertido: los escritores debemos ser sensibles a las reacciones cotidianas de la gente, si queremos crear personajes creíbles. Por eso somos algo peligrosos, siempre al acecho, siempre observando, ¡jejeje!

Un beso a ambos

Gurisa dijo...

FEA LA ACTITUD DEL OCTÓPODO!!! Ni media porción de torta de aniversario se merece!!! (Ya hay frutillas, tía, para hacer una rica torta de frutillas con crema para el aniversario del blog ;) )

Graciela L Arguello dijo...

Hola Guri por lo que veo, habrá que sacrificarse y comer nomás frutillas con crema. Yo soy tan estoica que estoy dispuesta a alivianar el sacriicio ajeno, reservando porción cuádruple para mí. Un beso Graciela

Graciela L Arguello dijo...

Carlos Alberto Espero que te contactes vía mail, para pedirte más información. Un beso Graciela

Dayana dijo...

Adhiero a que el aniversario se merecía un post acorde.

Lo que sí me quedé con ganas de preguntar bien de donde venía la historia de Renata, porque no entendí bien la historia y la otra vez me olvidé de preguntarte.
El próximo domingo que vaya me contás :)

Besos

Graciela L Arguello dijo...

Hola Dayana Con relación a lo del aniversario, te remito a mi respuesta al Pulpo, hay un post aniversario por venir.
Y respecto a la historia de Renata, la expliqué en el post del 5 de julio, titulado LA HISTORIA DE UNA HISTORIA, que sigue inmediatamente al post con el cuento.
El próximo domingo que vengas, seguro que vamos a encontrar otro tema. Un beso graciela

Carlos Alberto dijo...

Graciela:

¡Feliz aniversario del blog! Y sí, el aniversario fue el 14 de julio. Hace poco anduve dejando huellas por esas lejanas entradas que supiste publicar. Y conocí a uno de tus visitantes: Pepe Galleta. Parece un buen muchacho. Pero no lo he vuelto a ver.

Bueno, Graciela, no se me ocurrió analizar tanto el cuento. Como todos, tengo poco tiempo y ando a las corridas.

Sí pensé en un momento de la lectura, y lo dejé escrito en la ventana de comentarios correspondiente, que Mirta terminaría asesinando a Renata. O sea: Todos esos halagos hacia Renata, no me convencieron, no me los creí. Yo sentí que Mirta, en realidad (como Gastón) también odia a Renata. La odia profundamente. Esos halagos no son sinceros.

Bueno, no la asesinó. Ya sabemos que encontró una forma diferente de vengarse. De vengar el odio y el resentimiento que siente, por su «amiga», desde siempre. O más bien desde el preciso instante en que descubrió la tragedia de su vida al lado de Renata. Sí, Graciela, no la admira tanto como dice. Está claro que la detesta.

No, Mirta, a mí no me engañas. No eres tan santa como crees o quieres hacernos creer. Tú también estás tratando de manipularnos al ponerte en posición de víctima. Pero eres tú, Mirta, oye bien, la que ha aceptado (sin chistar) ese papel secundario, ser una oveja más en el rebaño. ¿Acaso Renata te obliga a estar con ella? No, Mirta, dejémonos de macanas. No todo es culpa de Renata. Tú elegiste (No sé por qué, apenas te conozco. Habría que investigar el ambiente en el que creciste, el cariño o la indiferencia que recibiste de tus padres, los ejemplos que te dieron con sus maneras de tratar al mundo, a los vecinos, a los parientes, a tu maestra de segundo grado. Seguramente ahí está el problema, la semilla de tus fracasos emocionales) quedarte en subordinada. Eres tú la que debe hacer algo para salir de esa enorme tristeza, para escaparte de los grandes errores que has cometido y sigues cometiendo día tras día, para dejar atrás esas malas elecciones que han terminado por arruinarte la existencia.

Mira, Mirta, no es cuestión de pasarse la vida dando a entender que los malos siempre son los otros, los que no rodean, los que se nos cruzan en el camino. En algún momento, Mirta, debes cambiar ese rumbo equivocado y hacerte adulta de una buena vez. Tomar las riendas de tu vida, tomarlas con fuerza y no volver a soltarlas jamás. Te pueden engañar por un tiempo, es cierto, pero cuando el «engaño» se prolonga indefinidamente y no haces nada para remediarlo, ya no es más engaño. Te estás equivocando y mucho.

Dijo Shakespeare en Julio César:

Los hombres son en cierto momento árbitros de su destino. La culpa, querido Bruto, no está en nuestra estrella, sino en nosotros, que nos quedamos en subordinados.

Y yo digo:

Los humanos son en cierto momento árbitros de su destino. El problema, querida Mirta, no está en Renata, sino en ti, que te quedaste en subordinada.

(La amplia mayoría de los varones hizo comentarios acerca de la belleza de Renata)

Sí, yo los hice. Pero en la siguiente entrada, no en la que corresponde al cuento. En la ventana de comentarios de esa segunda entrada, Graciela, dije que me gustaba que le hubieras dado a la verdadera Renata, esa pobre mujer que tanto había sufrido por su fealdad, la oportunidad de ser una belleza en los reinos de tus fantasías. No agregué nada sobre los desaciertos de su nueva personalidad en ese comentario.

(Y casi todos se postularon para reemplazar a Gastón, mientras él se ocupaba de Mirta.)

Me desagrada la trampa, la mentira, la infidelidad. Además, Gastón es muy infeliz en su matrimonio. Detesta a su mujer. Su matrimonio es un fracaso. (Espero que no haya hijos en ese matrimonio imaginario.) Lleva una doble vida. Se ve obligado a jugar a las escondidas... ¿Quién quiere eso?

(Da para pensar que para el género masculino pesa más lo exterior que cualquier valoración algo más profunda.)

Graciela: Es bien sabido que la belleza femenina impacta a los hombres profundamente. Es algo que está escrito en la biblioteca de los genes. Pero eso no significa que no valoremos la personalidad, la inteligencia emocional, los buenos modales, el deseo de superarse un poco cada día, la preocupación por el bienestar de los demás.

Gastón, sin ir más lejos, se ha olvidado hace mucho de la belleza que lo impactó en sus días de noviazgo. Cuando descubrió el interior de Renata, cuando pudo verlo con toda claridad, como si lo hubiera estado leyendo en un pergamino escrito en castellano, bajo el resplandor deslumbrante de un sol de mediodía (diría Aureliano, el personaje de Gabriel García Márquez en Cien años de soledad) pudo examinarlo con toda su atención, palmo a palmo, y justo ahí se le cayeron las medias, y el engaño que había sostenido en su cerebro todos esos años de ceguera voluntaria o involuntaria (no sé cuál se aproxima más a la realidad), se le hizo añicos en el primer segundo de lucidez, como un jarrón de porcelana que estalla en mil pedazos contra el suelo. Y empezó a despreciar desde lo más hondo, desde las tripas, las efímeras bondades que le daban sus formas al exterior de esa mujer, Renata, que alguna vez eligió para casarse, para formar una familia, para ser feliz. Entonces, para su pesar, para su profundo pesar, la belleza ya no significó absolutamente nada para él. Nada de nada. Y se fue a buscar en una amante, la que tuvo más a mano, lo que no encontraba en su mujer.

Pero este hombre, que también es un desastre a la hora de tomar decisiones, volvió a equivocarse. Por eso eligió a una amante que en lugar de manipular, deja que la manipulen. Que en lugar de esforzarse en ocupar una buena posición social que la haga feliz, prefiere amargarse la vida ocupándose servilmente de las necesidades de su «reina». Que acepta sin una queja su papel de vasalla... Y que, agreguemos ahora mismo, también hace trampa, y miente, y juega a las escondidas, y se las arregla para vengarse, a su modo, de la mujer que le mueve los hilos desde que era niña. Tal vez encuentra un placer supremo, irresistible, en hacerle trampas a Renata nada menos que con Gastón.

Cierto, parece que lo superficial le gana a lo profundo en nuestra sociedad. Ignoro por cuántas cabezas.

(Efectivamente, a nadie pareció importarle que Renata fuera caprichosa, superficial, egoísta y manipuladora. De todo eso la redimía su belleza.)

No me di cuenta que lo fuera tanto. Ahora he leído de nuevo el cuento. Más que la personalidad de Renata (que apenas estoy conociendo), lo que me sorprende es la vocación de rebaño que tienen todos esos personajes que giran alrededor de Renata. Eso es lo que más me impacta.

(Tampoco vieron los hombres, la ironía final de la situación, ni el subyacente micro drama de infidelidad, de envidia, traición y revancha que pone en escena Mirta.)

Bueno, no me parece un micro drama. Me parece un drama tamaño gigante. Un novelón de Migré. La infidelidad es un problema que tiene muy enferma a nuestra sociedad. Los matrimonios exitosos y felices son la excepción. Los hijos bien criados, bien educados, son más bien raros.

(Es más, ni siquiera vieron a Mirta.)

Creo haber visto la naturaleza oculta de su drama existencial. Por eso pensé que terminaría asesinando a Renata. Nada menos.

(Aldo, a quien ya mencioné en el post anterior, fue la honrosa excepción capaz de encontrar una cierta belleza en el desenlace, que compensa a Mirta de tanto atropello.)

Pues lo mismo podríamos decir de la verdadera Renata, la que sufrió por su fealdad. Convertida en la Renata de tu cuento, una mujer hermosa, inteligente y brillante, estaría compensando plenamente los muchos sufrimientos que le acarreó su fealdad.

(Recuerdo que su primer comentario fue algo así como “!Bien por Mirta, es una diosa!)

Pero también es tramposa, lleva una doble vida, se ha unido a un hombre que no ama, un hombre infeliz en su matrimonio, que engaña a su mujer, que a su vez es una manipuladora, etc.

(Por último, debo agregar que los hombres no expresaron reacción alguna a la forma o el estilo del propio cuento.)

(O sea señores, lamento decirles que su lectura fue bastante rústica.)

(Una bella mujer, inexistente para más datos, los convirtió en insensibles pitecántropos, ciegos a cualquier sutileza.)

¡Eeeeeeeeeeeeeeeeh! No sé que decir, Graciela. Leí que Renata era bella, pero eso no me impactó en lo más mínimo. No hice ninguna referencia a su belleza en mi primer comentario. Sí en el segundo. Pero sólo estaba pensando en la verdadera Renata, que ahora era joven, fuerte, hermosa, inteligente, brillante, sabía adónde iba, tenía clase y estaba bien parada sobre sus pies. Cierto, también abusaba de su belleza. Una lástima.

(Conclusión final: género masculino mayoritariamente reprobado como lector y poco sagaz al menos en un punto.)

Espero haber ganado algunos puntos extra con este comentario.

(En efecto, ninguno se dio cuenta de que Gastón tampoco es digno de envidia. El pobre tipo es un mero trofeo que se describe para colmo, como un marido resentido y un amante apenas satisfactorio.)

Es cierto. Pero también es un personaje que ocupa un lugar secundario en el cuento. Sólo aparece hacia el final.

(Aparentemente no les importaría a los hombres ponerse en esa situación, por el simple hecho de tener una Renata colgada del brazo para su lucimiento social.)

Bueno, eso es muy común en la vida real. Sobre todo (creo) en las clases más acomodadas. El resto está muy ocupado trabajando y tratando de sobrevivir.

(De todo lo anterior se salvan los que comentaron en el post, porque no cayeron en los errores mencionados.)

(Además debo agregar que Carlos Alberto fue el que más reparó en el estilo literario)

Ahora las mujeres:

(Casi todas mencionaron la estructura del cuento. Les gustó la forma en que estaba escrito, y la vuelta de tuerca del final.)

¡Momento! ¿Y los hombres? Yo mencioné en mi comentario, claramente, el cambio de rumbo. Mencioné una ola que bajaba y otra que subía. ¡Jajaja!

(Bien, son lectoras capaces de apreciar la estética literaria. Un punto a su favor.)

¡¡¡Yo también la aprecié!!! ¡Gracieeeeeeeeeela!

¡Saludos!

Graciela L Arguello dijo...

¡Guau, Carlos Alberto ! Tengo que sacarme el sombrero, y nombrarte mi crítico literario de cabecera.
No sólo gran agudeza para comentar mi cuento, sino también para comentar mis comentarios sobre el cuento.
Nunca te lo pregunté, y siempre te tuve por una persona muy culta, pero ahora me pregunto si tu profesión está ligada a la literatura. Profe de Letras, de artes plásticas, licenciado en lenguas, no sé, algo así se me ocurre ahora.
Tu profundo conocimiento de esos temas no me parece ya el de un mero aficionado.
Creo que has enriquecido mi cuento y mi post de un modo muy especial, tanto que para mi próximo libro, te voy a pedir el prólogo, o la presentación. ;D
Gracias,y un beso. Graciela