Bartimeo, Federico Alfonso y Elvira Inés, los ángeles del blog.

viernes, 26 de diciembre de 2008

¡NAVIDAD LLEGÓ! ¿ Y LLEGÓ LA PAZ?

Como ya hice el año pasado, para esta fecha tan cara a la cristiandad, no encuentro nada más alusivo que un nuevo avance de mi libro "Un dios para cada uno". 
Recomendaría a quienes no lo han hecho aún, que lean la etiqueta completa siguiendo su orden cronológico, es decir desde abajo hacia arriba, como si de un paquete sedimentario se tratara. Si no lo hacen, entenderán igualmente lo que lean (salvo por la propia estulticia, en todo caso), pero se perderán textos entretenidos e interesantes, o aburridos y sin ningún interés, según sea el gusto de cada cual. 
Yo cumplo con invitarlos, ustedes hagan lo que les plazca… 
PRIMERA PARTE. LOS DIOSES BIEN.
Advertencia inicial: 
Cuando clasifico a estos dioses, como los dioses bien, pienso, más que en los abstractos conceptos del Bien y del Mal, que podrían merecer consideraciones o connotaciones éticas, metafísicas, lógicas o filosóficas; en esos otros conceptos también abstractos, pero no merecedores de las mismas consideraciones, que constituyen la antinomia: “lo bien” y lo “nada que ver”. 
Estos Dioses Bien, abundan, pero no tanto, porque siempre implican una cierta selección. No son dioses para cualquiera, no son los dioses del montón, no son los dioses que adoran los pobres, los oprimidos, los tristes, la gente de barrio, ni del populacho, ¿viste? 
Son dioses elegantes, poderosos, informados; a veces muy confundibles con los DIOSES CULTOS. Son digamos, dioses paquetes, fáciles de querer, porque son tan “como uno”. 
Dentro de estos dioses están los que dan tema a los próximos cinco capítulos. Pero, ojo, como en todas las clasificaciones didácticas, debe tenerse en cuenta que a veces éstas resultan artificiales. 
Casi nadie adora a un dios paradigma. Uno inclina sus devociones a dioses de tipos menos puros. Por ejemplo, el de mi tía Finita es casi, casi, como el de los Fieles de la Catedral al Mediodía, y admite mezcla con el de “mi tía que leyó la Biblia”, no podría, en cambio asociarse con el de mi hermano “el Pobre”, el cual puede tener contactos en cambio con el del cura Marcelino, pero no con los Dioses bien, y así en infinitas combinaciones, no exentas de matices puramente personales que hacen a veces, difícil establecer la respuesta a la básica pregunta: ¿ para qué dios juega éste? 
 
La foto fue tomada de un saludo navideño que me llegó por mail, porque en mi casa no hay estampitas ni para muestra; aunque tendré que empezar a juntarlas, para ilustrar los siguientes capítulos, supongo. Bueno, ahora vayan a rezar un poco hasta el próximo sábado cuando habrá algo recién horneado esperándolos en el blog...Un beso, y Felices fiestas a todos, Graciela.
 

Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle, ¿les gusta la idea? P.S.: Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la  mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.

4 comentarios:

Carlos Alberto dijo...

Graciela:

Tus reflexiones me trajeron a la mente el título de un libro de Arthur C. Clarke (que no he tenido el gusto de leer): The Nine Billion Names of God.

También estas palabras de Carl Sagan:

Como la palabra «Dios» significa cosas distintas para las distintas personas, normalmente respondo preguntando qué entiende mi interlocutor por «Dios». Sorprendentemente, la respuesta es a veces enigmática o inesperada: «¡Oh! Ya sabe usted, Dios. Todo el mundo sabe quién es Dios.» O bien: «Pues un tipo de fuerza superior a nosotros y que existe en todos los puntos del universo». Hay muchas fuerzas de ese tipo. Una de ellas se llama gravedad, pero no es frecuente identificarla con Dios. El concepto cubre una amplia gama de ideas. Alguna gente piensa en Dios en forma de un hombre de piel blanca, de grandes dimensiones, con una larga barba blanca, sentado en un trono en algún lugar ahí arriba, en el cielo. Otros (por ejemplo, Baruch Spinoza y Albert Einstein) consideran que Dios es básicamente la suma total de leyes físicas que describen el universo. Creer o no en Dios depende mucho de lo que se entienda por Dios.

Tomado de: El sermón dominical. El cerebro de Broca, de Carl Sagan.

¡FELICES FIESTAS!

Graciela L Arguello dijo...

Hola, Carlos Alberto Me encantaron esas reflexiones. Si fuera unas diez veces más inteligente de lo que soy, las podría haber escrito yo misma. Un beso y Feliz Año Nuevo. Graciela

Susana Vera-Cruz dijo...

Un abrazo de año nuevo para ti mi querida Graciela y sòlo hay que tener fe para todo.

Un besito y mis mejores deseos para ti y los tuyos en este nuevoa año amiga.

Susana-Agualuna

Graciela L Arguello dijo...

Gracias, Agualuna Tus buenos deseos son el mejor regalo. Un beso y te los retribuyo Graciela