Bartimeo, Federico Alfonso y Elvira Inés, los ángeles del blog.

sábado, 6 de diciembre de 2008

UN POST DEDICADO A ALGUIEN QUE SUFRE, Y NO ENTENDIÓ EL POST ANTERIOR

Tenía preparada para hoy una anécdota, pero de pronto, sentí que debía dar respuesta a comentarios del post anterior, porque me parece que hay allí un dolor que no puedo soslayar. 
A modo de introducción, reproduzco mi contestación al último de esos comentarios: Gracias, Dayana, por tu apoyo, pero no es sorpresa en verdad. Yo sé ya qué puedo esperar de alguna gente a la que le di y sigo dando tanto amor y tanta ayuda. Pero la entiendo por el pésimo momento por el que está pasando. Sólo lamento que haya carecido de la sutileza necesaria para decodificar los mensajes que le estaban de alguna manera dirigidos. Pero ya que no puede comprenderlos sola, voy a proceder a traducirlos en el post de este sábado.
Hasta allí el comentario, y ahora una última aclaración: recurro a este medio, porque no tengo otra manera de acercarme a la persona a la que está dirigido, pues hace tiempo que me ha cerrado su corazón por razones que absolutamente ignoro. 
Anónima querida, cuando he constituido a Barti en emblema de la esperanza (fijate al costado de la pantalla a tu derecha), la esperanza de ese otro milagro que deseamos, también está allí. Y cuando en el párrafo final, le pido a la buena gente, que afortunadamente son mis lectores y amigos de la red, que tiren su fuerza para otros milagros que me involucran, ¿a qué creés que me refería, sino a esa enorme angustia que te hace enojarte con todos, y que puedo comprender, porque la comparto, aun sin tu permiso? 
Aunque no lo hayas entendido, yo que no creo en las cadenas de oración, porque no creo en dios, estaba poniendo a tu servicio, en cambio, algo en lo que sí creo: una enorme red de afecto y buena voluntad. Lamento que tu comprensible dolor no te lo haya dejado ver, pero quiero que sepas que te estaba regalando todo este mundo de cariño intangible que se genera entre buenas personas, para que tengamos todos, la fuerza suficiente para dar a luz ese otro milagro, que tan enojada me estás reclamando. 
Barti es una vida, tiene corazón y sentimientos, y por eso merece el milagro, pero nunca me habría olvidado de pedir el otro milagro, por el cual no sólo tu corazón sangra sino también el mío. Sólo que como te dije en respuesta a tu comentario, es demasiado privado, y no lo revelaría sin tu personal autorización.
Si sentís que expresarlo y pedir a la gente maravillosa que puebla el mundo, que ruegue al dios o a la fuerza en la que crea, para provocar la maravilla esperada, pongo mi blog a tu disposición, pero como sea, ya lo he pedido, aunque no lo hayas sabido leer. 
No estés enojada, porque no sirve, los milagros son atraídos por el amor, no por la ira. Y aunque tampoco creas esto, te quiero mucho, estoy con vos, comparto tu angustia, y estoy disponible para lo que sea, y te consta, porque siempre fue así, y seguirá siendo, aunque me sigas pegando donde más me duele. 
El milagro es posible, y ocurrirá si el amor, no el enojo, lo llama. Perdón a todos por este post tan extraño, pero considero que debo dirigirlo a quien más lo necesita, en este caso, Anónima, y aunque se enoje, piensen en ella con lo mejor de ustedes, siempre ayuda.

Un abrazo y hasta el próximo sábado. Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle, ¿les gusta la idea? Graciela.
P.S.: Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la  mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.

8 comentarios:

Gurisa dijo...

Qué pena da saber que aún haya gente que no se da cuenta que las buenas acciones llaman a la buena fortuna.

En fin, querida tía, aplaudo tu diplomacia para contestar anónimos no tan anónimos. Algo digno de aprender ;)

Graciela L Arguello dijo...

Gracias, Gurisa , pero en realidad no es diplomacia, sino un genuino deseo de aliviar la desazón por la que está pasando alguien que sufre, seguramente más de lo necesario, debido a sus propias actitudes.
Si entendiera los gestos tal como ellos son, no se sentiría tan sola en momentos de tanta necesidad de contención.
Pero no sé si le servirá de algo mi mejor voluntad, ya que no puedo traspasar las barreras que impone por su propia voluntad.
Y te aseguro que también a mí me lastima toda la situación.
Un beso. Graciela

Gustavo Tisera dijo...

Algo entendí (me siento medio chusma por meterme en un tema en el que no tengo nada que ver) y creo que vos no te has equivocado en nada. Estoy totalmente de acuerdo con vos. Bueno ya opiné. Qué todo te vaya de maravillas (olvida los malos tragos!) Un saludo, amiga!

Graciela L Arguello dijo...

Gustavo Gracias por tu apoyo. Seguramente me equivoco muchas veces, pero de lo que no pueden acusarme es de tener mala voluntad. Si cometo errores, lo hago de buena fe. Tal vez no logro encontrar la manera de llegar a ese corazón que tiene tanto dolor, pero no es porque no lo intente.

Un beso, y gracias por la visita. graciela

Anónimo dijo...

Parece que anonima estaba pasando por un mal día o un mal año (por lo que escribió). Espero que en algún momento puedan reencontrarse.
Saludos

Graciela L Arguello dijo...

Tapi Comparto tu esperanza, pero demasiado optimista no soy. Un beso, Graciela

Susana Vera-Cruz dijo...

A veces, las cosas no ocurren como deseamos e incluso ofendemos sin mayor pensarlo con alguna actitud o acciòn que para mejor hicimos, no todas las personas somos iguales.
Ojalà esa amiga a la que te diriges, logre volver a estar en paz, a sentirse bien con la vida, con todo y saque su dolor tambièn.
Yo he vivido en profundidad algo parecido, y entiendo la situaciòn, aunque no conozca los detalles.

Besitos mi niña y besitos a esa amiga anònima.

Susana-Agualuna

Graciela L Arguello dijo...

Gracias, Agualuna y ojalá ella esté leyendo tus dulces palabras, porque sin duda las necesita, y no quiere escucharlas de mí. Pero es exactamente ese cálido apoyo de la buena gente, lo que estaba pidiendo para ella, para que su milagro sea también una realidad cuanto antes.
Un enorme beso Graciela