Bartimeo, Federico Alfonso y Elvira Inés, los ángeles del blog.

viernes, 9 de enero de 2009

¿Y DE ZAPATITOS, CÓMO ANDAMOS?

Primero dije: “Me niego a caer en el consabido post de los Reyes Magos”. 
Después pensé: “Aunque un par de cositas para decirles, tengo…”. “Más bien tiradas de bronca” fue el pensamiento siguiente. Y al final, aquí estoy, con Gaspar, Melchor y Baltasar, inspirándome el texto. 
Y lo primero que puedo decirles a esos Reyes es: “¡Qué manga de desubicados, llevarle a un bebé, oro incienso y mirra, nada menos!” Nunca un chupete, un sonajero, un osito de peluche… De Pampers ni hablemos, y no me salgan con que en ese entonces no había, porque si eran reyes, y encima magos, algún sucedáneo podían idear, ¿no? 
Bueno, quemar incienso en el pesebre no era tan mala idea, porque ¿se imaginan, con el burro y el buey metidos ahí adentro todo el día, la baranda que habría? Pero el oro.. ¿Qué hacés con el oro en el medio de la nada, en un pueblito de pastores? No le vas a hacer un piercing al Niño Dios, me parece… 
¿Y la mirra? ¿Qué hace un bebé con la mirra, me pueden explicar? ¿qué? ¿la pone en la mamadera? Decididamente eso se llama gastar plata “al cuete”, y lo peor es que no aprendieron nada en todos estos años. 
Por lo menos conmigo, no le pegaron nunca. Está bien, es cierto que yo mucho no ayudaba tampoco. Porque ante la desesperación de la Clory y las tías, siempre me negué a escribirles una carta pidiéndoles cosas. Con una lucidez mental extraordinaria –un poco incompatible es cierto, con la ingenuidad de andar cortando pastito para los camellos, y otras yerbas- argumentaba que si eran magos, mínimamente podían adivinar lo que yo deseaba. 
Pero nunca pudieron: si yo quería un chanchito de plástico, me traían un ñandú de madera. ¿Quería tal vez zapatitos? Pues me traían un paraguas, y así sucesivamente. 
Hasta hoy cuando ya no pongo ni zapatitos, ni pasto, ni agua pero pido. Pido regalos no materiales, pero ¡tan deseados! ¡tan importantes! ¡y tan inalcanzables! 
Porque hasta el día de la fecha, siguen debiéndome lo que les pido. Y este año, más que nunca, se fueron para el lado de los tomates. Espero que ustedes hayan tenido más suerte que yo, y si no, vayan a organizar una revuelta anti monárquica hasta el próximo sábado, cuando el post será sobre cualquier cosa menos lo que ustedes esperen, como para sentirme, por lo menos así, una auténtica reina. 
Un beso Graciela. 
P.S.: allá arriba, cuando puse lo del pastito y otras yerbas, no estaba sugiriendo en absoluto que los Reyes y/o sus camellos tuvieran adicciones extrañas. Vale la aclaración porque ya me llegó una carta documento de los abogados de los Reyes pidiendo que ratifique o rectifique los dichos.  
P.P.S.: A quien tampoco trajeron el hogar que les pidió a los Reyes, fue a Lisa,esta belleza de la foto. Lo bueno es que cualquiera puede remediar ese error y hacer lo que la Corona no consiguió.Y si llegan tarde, porque los Reyes repararon el olvido, siempre pueden visitar el Club de Bicheros y adoptar a otro de los que pusieron sus zapatitos en vano. 
Como última aclaración: ilustra este post el escaneo de una tarjeta de Gonzalo Borges, un miembro de la Asociación de pintores sin manos. Otro beso. Graciela. 
Vuelvo corriendo para agregar una noticia de último momento: Carito comenta que Barti se está ganando a pura ternura el lugar que ocupa en la familia que lo adoptaría. Cuando todos vuelvan de sus vacaciones, alrededor de mediados de enero, son muchas las posibilidades de que se concrete ya formalmente una adopción definitiva, de modo que vayan comprando pilchitas para estrenar en la fiesta que se avecina. ¡¡¡Y rueguen porque así sea!!!! 

Un abrazo y hasta el próximo sábado. Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle, ¿les gusta la idea? Graciela.
Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la  mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.

7 comentarios:

Gustavo Tisera dijo...

Yo puse los zapatos en la ventana para que los Reyes Magos me dejaran el regalo, pero al dia siguiente no hallé ni el regalo ni los zapatos. Espero que vos hayas tenido más suerte. Un saludo!

Graciela L Arguello dijo...

Jajaja!!! Es precisamene para evitar eso que hace años que no los pongo...
Un beso Graciela

Navegante dijo...

De jovencito le pedi a los reyes un amor eterno, y me dieron eternos amores...en el recuerdo.
No pongo más los zapatos, ya estoy sospechando que hay un engañapichanga en todo esto.
Sos genial escribiendo, te sigo leyendo...
Besos

Graciela L Arguello dijo...

hola, Navegante Yo también te sigo leyendo, aunque tus amores eternos me provocan una envidia bastante insana. ¿Qué mujer no daría la mitad de su vida por dejar en un hombre recuerdos como esos?

En cuanto a tus elogios, preferiría ser un poco más genial recibiendo regalitos, pero no, ni ahí....

Y voy a linkearte, en cuanto me siente a la pc con menos apuro . (dice pc, no wc, conste)

Un beso Graciela

AVELLANEDA dijo...

Tienes razón, Graciela, mi juicio final sobre ti, también va a ser muy benévolo. (No sé cómo todavía no me han llamado para pedirme opinión sobre el juicio final).

Navegante dijo...

Querida Graciela, a ver que puedo decirte para no perderte como lectora.
Te puedo asegurar que ninguna de las protagonistas de las historias que he contado o que contaré tiene la menor idea de que las recuerdo así y de esto que estoy haciendo en mi blog.
Adonde apunto es al hecho de que tal vez vos no lo sepas y resulta que te recuerdan con intensidad.
Y tené piedad de nosotros los hombres que no nos quejamos pero lo sufrimos igual, también nos gustaría ser recordados, en mi caso no tengo la más mínima idea de como me recuerdan. Y ni siquiera han escrito jamás nada para mi.
No te pongas asi, vos habrás dejado tu huella en otra piel, levantá el ánimo che.
Besos

Graciela L Arguello dijo...

Avellaneda Ya te llamarán, ya te llamarán...

Navegante del alma No te preocupes, mi envidia no me impedirá seguir deleitándome con tus textos, y como ves, ya estás linkeado.

Además no hablaba sólo por mí, todas las mujeres queremos dejar huellas.

Yo sé que al menos huellas literarias y científicas quedarán de mí, en todo lo que llevo publicado en ambos rubros, de modo que tanto no me quejo, pero me encantaría ese plus...

Por otra parte, vos tampoco podés estar seguro de que no hayan escrito algo para vos, que nunca llegarás a leer.

Besos a ambos. Graciela