Bartimeo, Federico Alfonso y Elvira Inés, los ángeles del blog.

sábado, 30 de enero de 2010

MÁS DE MI LIBRO: EL CAPÍTULO 3

Vuelvo a mi libro Un dios para cada uno, que pueden comprar en su nueva versión en Amazon, o bien seguir leyendo esta primera edición en el blog, por entregas.
 

Capítulo 3. 

El Dios de mi amigo rico. 

Éste es el dios de aquellos curas que al decir de Serrat: “negocian la salvación de quienes financian sus bienes terrenales”. 

Éste es un dios impersonal y eficiente que cobra por sus indulgencias en el mejor estilo Borgia. El dios coimero y expeditivo que pregunta: “¿cuánto tienes? Tanto vales”. El dios que adoran los empresarios, terratenientes y ejecutivos. 

El dios al que se le reza para que llueva en la estancia, o para que suban las acciones en la bolsa. Un dios al que le complacen las devociones, pero le apasionan las negociaciones. El dios que vive en los Obispados, Arzobispados y otras yerbas. 

El dios que atiende al público en horario comercial, y cuyo interés se promueve con tarjetas de visita. Un dios que vende acciones en todas las obras pías. Un dios que paga los dividendos en especias. Tú explotas a tus obreros de lunes a sábado, y yo te perdono los domingos, en el sagrado instante en que deslizas un billete de los grandes en la canastita de la Catedral, o cuando endosas un cheque para determinadas obras de caridad. 

Este dios de hombres ricos tiene una sucursal para sus esposas, que regentea los té- canastas a beneficio, y que a cambio de algunos dólares dedicados a obras de bien público, perdona el exterminio de visones que requieren las señoras para asistir convenientemente vestidas a tales reuniones. 

Un dios superior que hace la vista gorda a los usureros cuando desalojan a una familia, siempre que reciba la iglesia la donación proporcional; y un dios subalterno que olvida los despidos arbitrarios de mucamas demasiado bonitas o demasiado humanas, con guiño cómplice y una mano extendida en procura de la limosnilla para el virtuoso párroco, que ha de absolver en su nombre al patrón que tuvo su comprensible desliz. 

Es en definitiva éste, un dios materialista y mercenario, cuya ayuda o complicidad se compra en dólares. 

Un Dios que no bendice, sino que da crédito. No condena, sino que ejecuta pagarés. No ama ni odia; compra y vende. Un dios decididamente pragmático, parecido a los dioses bien que ya describimos, pero con la Licenciatura en Ciencias Económicas bajo el brazo, y un télex directo a la bolsa de valores de Nueva York.



Un abrazo y hasta el próximo sábado. Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle, ¿les gusta la idea? Graciela.
P.S.: Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la  mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.

 

6 comentarios:

AVELLANEDA dijo...

Nunca he visto a ese dios, Graciela. Pero tiene condena eterna por juntarse con quien se ha juntado.
Además su castigo es ser un dios sin fe y sin esperanza

Graciela L Arguello dijo...

Pues tenés suerte, Avellaneda acá es un dios muy popular lamentablemente Un beso Graciela

Terox dijo...

Y no creás... muchos "pobres" o "no tan ricos" también siguen a ese dios...

Graciela L Arguello dijo...

Sí, Terox tal cual, por eso digo que es bastante popular. Naci+o para ricos, pero se esparció entre los demás,por lo utilitario que resulta Un beso graciela

Anónimo dijo...

Al fin lo que alguna vez me dijo un sacerdote,se parce a lo expresado aquí.Tenía razón ud.que debería seguir leyendo.Un beso.

Graciela L Arguello dijo...

Hola rumbofijo , y todavía te falta leer bastante!!!

Un beso Graciela