Les voy a contar una anécdota de la vida real, que ocurrió hace muchos años, un día en que volvía en colectivo desde Río Cuarto, con otro docente que también daba clases allá.
Obviamente, más de tres horas de viaje dan para hablar muchas pavadas, y ese día no sé cómo terminamos hablando de los árboles que veíamos por las ventanillas.
Yo amo los árboles, de modo que como un homenaje a su grandiosidad se me ocurrió decir:
-En mi próxima reencarnación quiero ser árbol...
-Te van a "mear" los perros- fue la pedestre respuesta de mi compañero de viaje.
¿Se les ocurre una peor manera de arruinar el embeleso generado por un paisaje de la más absoluta belleza?
En fín, eso pasó tal como se los cuento, y espero poder contar muy pronto cómo fue que Candela consiguió un hogar.
Un abrazo y hasta el próximo sábado. Graciela.
Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle, ¿les gusta la idea?
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1 comentario:
Au contraire! A mí me parece una manera maravillosa de combinar, en tu otra vida, dos pasiones tuyas de esta...
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