Mary Higgins Clark no es ni remotamente mi escritora favorita, pero recurro a ella en las vacaciones, o cuando no tengo otras cosas más a mano.
Y para hacerle justicia, de vez en cuando encuentro entre las páginas que escribe, alguno que otro párrafo que merece ser comentado y compartido.
Hoy subo dos, tomados de su novela "La estrella robada". El primero me parece una piedra preciosa, por la sabiduría que encierra, y creo que vale tanto por sí mismo, que huelgan más explicaciones.
Aquí lo presento:
...tener dinero no estaba nada mal, siempre y cuando uno no olvidara cómo vivir sin él...
El segundo párrafo, en cambio fue puesto en la boca de un personaje que no ha tenido nunca hijos, y responde muy agudamente a quienes, sin ningún derecho lo presionan para que cumpla con ese mandato social. Y lo hace con una manera muy satírica e inteligente:
La gente con hijos y la gente sin hijos se compadecen mutuamente.
¿No es un absoluto hallazgo? A mí, por lo menos, me encantó la agudeza y la sutileza de todo lo que está implícito en la expresión del personaje.
Porque se está haciendo alusión a opciones absolutamente privadas, en relación a las cuales nadie debería arrogarse el derecho de emitir juicios de valor.
Y sólo asumiendo que cada cual elige lo que mejor cuadra a sus preferencias, su personalidad, su historia, sus proyectos y sus circunstancias, puede decirse que compadece al que toma otra decisión diferente.
En otras palabras, cada cual seguramente está cómodo en el lugar que ha elegido, o al menos ha desarrollado las estrategias necesarias para sobrellevar esa situación, y por ende, nadie tiene justificación alguna, cuando pretende aconsejar o cuestionar al otro en materia tan privada.
Porque se está haciendo alusión a opciones absolutamente privadas, en relación a las cuales nadie debería arrogarse el derecho de emitir juicios de valor.
Y sólo asumiendo que cada cual elige lo que mejor cuadra a sus preferencias, su personalidad, su historia, sus proyectos y sus circunstancias, puede decirse que compadece al que toma otra decisión diferente.
En otras palabras, cada cual seguramente está cómodo en el lugar que ha elegido, o al menos ha desarrollado las estrategias necesarias para sobrellevar esa situación, y por ende, nadie tiene justificación alguna, cuando pretende aconsejar o cuestionar al otro en materia tan privada.
Ahora bien, quien no necesitaría compasión alguna por tener un "hijo", sería el que adoptara a Cachamai, porque nunca le causaría decepción de ninguna clase.
Un abrazo y nos vemos el próximo sábado. Graciela.
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