Bartimeo, Federico Alfonso y Elvira Inés, los ángeles del blog.

sábado, 30 de noviembre de 2019

Inteligente y divertido.


Ya les he presentado varias veces citas divertidas, tomadas del libro cuya portada ilustra el post. Hoy va una nueva, y su correspondiente traducción, para disfrutarla juntos.

You know you’re old if they have discontinued your blood type.

——Phyllis Diller
Y la traducción es: "Sabés que estás viejo, si tu grupo sanguíneo fue discontinuado".

Y de paso les cuento quién es Phyllis Dyler.

Su verdadero nombre era Phyllis Ada Driver, y había nacido en Lima, Ohio, (USA) el 17 de julio de 1917. Fue una notable comediante y actriz por más de 60 años, hasta su muerte acontecida en Los Ángeles, Californiael 20 de agosto de 2012.
Fue aclamada sobre todo por su carrera teatral. Y si ustedes quieren ser también aclamados, sólo tienen que enamorarse de una mascota tan bella como Josefina, que pueden adoptar aquí mismo.
 


Un abrazo, y hasta el próximo sábado. Graciela.

Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito callejero o rescatado de alguna fea situación.
Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.


 









 

6 comentarios:

Carlos Alberto dijo...

A Phyllis Diller la recuerdo de cuando yo era muy joven. En 1966, Phillips viajó a Vietnam para entretener a los soldados que participábamos de esa guerra absurda que parecía interminable.

Me impacto su habilidad para la comedia. Nos hizo reír a todos, con estruendosas carcajadas, las bocas abiertas hasta más no poder.

Nos olvidamos como por arte de magia, mientras duró su tan entretenido espectáculo, de los sangrientos horrores que crecían y se expandían con la guerra.

La recuerdo moviéndose, con mucha gracia, sobre el escenario improvisado.

Recuerdo su vestido blanco, un poco arriba de las rodillas, con rayas rojas verticales. Recuerdo sus guantes, impecables, también blancos. Recuerdo unos collares brillando bajo su cuello.

Recuerdo sus cabellos, una abundante y redondeada cabellera rubia. Recuerdo claramente su voz, más bien grave, mientras se iban dibujando interminables caras en su rostro generoso.

Recuerdo su risa profunda, contagiosa. Recuerdo sus rodillas inquietas. Sus continuos movimientos de manos. Su «¡Oop! ¡Ooop!», mientras levantaba, hacia los costados, una y otra pierna.

Ignoro qué fue de ella cuando regresó a los Estados Unidos. Yo nunca salí de Vietnam. Me faltó un toque de buena suerte, el que me hacía falta para reencontrarme con mis seres queridos en América.

Aún estoy aquí, dos metros bajo tierra (sólo quedan mis huesos y mis ropas sucias, desgarradas), bajo un alto, viejo y apretado bosquecillo de palmeras, unas que echan frutos carnosos y grandes hojas.

Graciela L Arguello dijo...

Excelente tu relato, Carlos Alberto

Carlos Alberto dijo...

Gracias, Graciela.

Te cuento que no conocía a Phyllis Diller.

Desde tu blog, picado por la curiosidad, me fui trotando a YouTube

Nota: Por un atajo reseco, polvoriento y desolado, bajo un sol ardiente brillando al mediodía, un atajo en la supercarretera de la información que nunca antes había tomado. Recuerdo que, a mitad de camino, llegué a un pueblito desierto, silencioso. No se oía ni el ladrido de un perro ni el canto de un pájaro. No encontré un alma ni en las casas ni en las calles. Pero si el maniquí de una mujer joven, sentada en el asiento del conductor de una camioneta blanca estacionada, que en principio, viéndola desde la vereda de enfrente, confundí con una mujer de carne y hueso. Aproveché para ingresar a un café bar. Llamé a los mozos, silbé, aplaudí unas cuantas veces, golpeé un vaso de vidrio turbio con una cuchara grande, pero tampoco había nadie ahí. Curiosamente, y para mi alegría (el trote me había despertado el apetito), encontré café caliente y sándwiches de milanesa (con lechuga, tomate y mayonesa) en la cocina del restaurante.

Tras la comida, seguí adelante hasta llegar a YouTube.

Ahí encontré un vídeo en el que aparecía Phyllis Diller soltando su monólogo ante un público que no paraba de reír.

Pero no había subtítulos, mucho menos un doblaje.

Qué lástima.

De ahí me fui, siempre trotando (por otro atajo), en dirección a las páginas de Wikipedia, de donde tomé los datos para mi pequeño relato.

Hay más vídeos protagonizados por Phyllis Diller en YouTube, pero todos en inglés.

¡Saludos!

Graciela L Arguello dijo...

Siempre interesantes tus comentarios, Carlos Alberto , es un placer leerlos. Un abrazo. Graciela.

Carlos Alberto dijo...

Hola, Graciela.

Mi solitario andar por el camino desierto, la llegada al pueblo desolado, el establecimiento donde comí un sándwich y bebí una taza de café caliente, el encuentro con el maniquí en la camioneta, no es idea mía, forma parte de un capítulo de la vieja «Dimensión desconocida», la que veía maravillado cuando era niño en la televisión de la ciudad de Mendoza.

Si no lo has visto, he aquí el enlace:

https://www.dailymotion.com/video/x5rufpd

Graciela L Arguello dijo...

Allá voy a verlo. Yo también amaba esa serie, Carlos Alberto, pero no recuerdo ese relato. ¡Gracias!