Y hoy lo hago virtualmente por razones obvias.
La gran pregunta es ¿puede la palabra vincular realmente a los seres humanos? ¿O es en realidad un arma peligrosa que tiende a separar?
La respuesta es la lógica: puede ser lo que el que la emplea elija.
Nosotros elegimos la palabra que abraza, la que consuela, la que cobija.
La palabra que educa, que instruye e informa.
La que cura heridas, nunca las provoca.
La que intenta dejar el espacio necesario para escuchar también al otro.
Pero aún en su gentileza es también la palabra que señala errores, la que denuncia abusos, la que llama a no dejar pasar impunemente los hechos de corrupción, mentira o violaciones de derechos.
Nuestra palabra es amable pero no complaciente. Es paciente pero no se calla. Es tolerante pero no cómplice.
La palabra es pues, vínculo, pero no puede ser, o no debería ser, vehículo de contubernios. Y nos prometemos hacer el esfuerzo para distinguir una cosa de otra.
Es mi palabra como argentina.
Un abrazo y hasta el próximo sábado. Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle, ¿les gusta la idea? Graciela.
P.S.: Las de la foto ya tienen hogar. Porque aunque la pequeñita se mudó hace poco al cielo canino, sigue habitando nuestro corazón.
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