No es fácil la consigna de este INTERNATIONAL WEBLOGGER'S DAY, porque el tema es el cambio.
En todo caso lo primero es elegir un cambio, para hablar de él.
Así pues elijo el cambio deseable. Ni el observado, ni el predecible, ni el utópico ni el imposible. El deseable.
Está bien, pero ¿cuál de los cambios deseables?
Porque son millones, y elija el que elija, van a saltar muchos gritando: ¿por qué ese y no éste o aquél?”
A priori sé que así será. Y ese conocimiento me libera.
Porque no espero, no necesito y no me interesa una improbable aprobación, es que estoy enteramente libre para elegir lo que quiera.
Y elijo un cambio cultural, que considero imprescindible, para que el ser humano pueda ostentar con algún fundamento el título que se auto adjudicó de “animal racional”.
Ese cambio necesario es superar la morbosa crueldad que esgrime contra los seres que no tienen voz, y por eso se cree con derecho a explotar, a torturar, a utilizar, a abandonar, a perseguir y/o a exterminar, según sea el caso.
Esas víctimas silenciosas, y casi siempre admirables en su lealtad, en su alegría, en su mansedumbre, son los animales.
Ya que mencionar todas las prácticas perversas contra los animales sería dolorosamente interminable, elijo sólo una que debería erradicarse cuanto antes: las corridas de toros.
Ése es el cambio por el que hoy pongo mi voto, y levanto mi solitaria voz.
Para empezar, urge cambiar la absurda denominación de “fiesta taurina” ¿Fiesta, una orgía de sangre y martirio? ¡Por favor! ¡Vaya fiesta para el noble toro!
Debe cambiar la valoración del “coraje” del torero. No me hagan reír, ¡si hasta yo me animo a enfrentarme a un animal desorientado por el terror, debilitado por las heridas de las banderillas, aturdido por la gritería obscena de miles de “personas” excitadas por la sangre, y agotado por las estúpidas provocaciones de un disfrazado bailoteando ante sus ojos, nublados de angustia!
¿Coraje, cuando además, un ejército de secundones se encargarán de rescatar al torero si el toro es más hábil que él? ¿Y al toro quién lo rescata?
Debe cambiar también la repugnante alegría con la cual miles de espectadores gritan “¡olé!” cuando el matador ejecuta tan abominable faena.
Y aquí vale preguntarse ¿qué clase de humano se enorgullece del título de “matador”? ¿Quién puede sentirse honrado de terminar con una vida? ¿Quién puede vanagloriarse de sus manos tintas en sangre inocente?
Debe cambiar, además, la aceptación cómplice de millones de personas que venden tan salvaje espectáculo como parte de un paquete turístico. Y la irresponsable ligereza con que los turistas pagan para decir que estuvieron allí, aplaudiendo algo que deberían, por el contrario, intentar impedir, o repudiar al menos, desde su conciencia moral.
Y debe finalmente cambiar la visión de esas prácticas crueles como si fuera parte inherente de la idiosincrasia de todo un pueblo.
Porque sabemos que son muchos los españoles sensibles que aborrecen esos espectáculoss repulsivos, y sin embargo son identificados con ellos por el solo hecho de su nacionalidad.
Del mismo modo, a mí como argentina, me rebela que se me relacione con las riñas de gallos o de perros, que aunque prohibidas por la ley, en algunos lugares del interior se llevan a cabo todavía. Pero es otro tema, que comentaré seguramente en otro post.
Y que quede claro que no es la mía una crítica a España ni a los españoles, sino sólo el pedido de que cambie una costumbre muy antigua, que ya no es tolerable en el contexto de la nueva cultura que pretende un mundo mejor, pero no sólo para los seres humanos sino también para todos los demás seres que lo habitan junto con él.
Sé que se alzarán voces en defensa de la TRADICIÓN, y a ellas les respondo: también el derecho de pernada, el cinturón de castidad, el encierro y ocultamiento de los discapacitados, entre tantas otras abominaciones, fueron alguna vez tradición, y por fortuna la cordura las fue dejando atrás.
También la tradición es perfectible y puede y debe evolucionar con el tiempo y la conciencia.
¿O deberíamos seguir arrojando cristianos a los leones, porque era una costumbre aclamada por las masas?
No lo creo, ¿y ustedes?
¡NO! entonces a las corridas de toros.
¡NO! definitivo a su exhibición en medios masivos de comunicación.
¡NO! a tan salvaje carnicería.
¡NO! rotundo a la crueldad con los animales.
Sí, en cambio al señorío español. Sí a sus danzas, sí a su música, sí a sus cantautores, a su alegría de palmas y castañuelas. Sí a sus paisajes y Sí al cambio necesario.
Nos vemos el próximo sábado. Hasta entonces, vayan corriendo a hacer pancartas que digan ¡LIBEREN A FERDINANDO!
En todo caso lo primero es elegir un cambio, para hablar de él.
Así pues elijo el cambio deseable. Ni el observado, ni el predecible, ni el utópico ni el imposible. El deseable.
Está bien, pero ¿cuál de los cambios deseables?
Porque son millones, y elija el que elija, van a saltar muchos gritando: ¿por qué ese y no éste o aquél?”
A priori sé que así será. Y ese conocimiento me libera.
Porque no espero, no necesito y no me interesa una improbable aprobación, es que estoy enteramente libre para elegir lo que quiera.
Y elijo un cambio cultural, que considero imprescindible, para que el ser humano pueda ostentar con algún fundamento el título que se auto adjudicó de “animal racional”.
Ese cambio necesario es superar la morbosa crueldad que esgrime contra los seres que no tienen voz, y por eso se cree con derecho a explotar, a torturar, a utilizar, a abandonar, a perseguir y/o a exterminar, según sea el caso.
Esas víctimas silenciosas, y casi siempre admirables en su lealtad, en su alegría, en su mansedumbre, son los animales.
Ya que mencionar todas las prácticas perversas contra los animales sería dolorosamente interminable, elijo sólo una que debería erradicarse cuanto antes: las corridas de toros.
Ése es el cambio por el que hoy pongo mi voto, y levanto mi solitaria voz.
Para empezar, urge cambiar la absurda denominación de “fiesta taurina” ¿Fiesta, una orgía de sangre y martirio? ¡Por favor! ¡Vaya fiesta para el noble toro!
Debe cambiar la valoración del “coraje” del torero. No me hagan reír, ¡si hasta yo me animo a enfrentarme a un animal desorientado por el terror, debilitado por las heridas de las banderillas, aturdido por la gritería obscena de miles de “personas” excitadas por la sangre, y agotado por las estúpidas provocaciones de un disfrazado bailoteando ante sus ojos, nublados de angustia!
¿Coraje, cuando además, un ejército de secundones se encargarán de rescatar al torero si el toro es más hábil que él? ¿Y al toro quién lo rescata?
Debe cambiar también la repugnante alegría con la cual miles de espectadores gritan “¡olé!” cuando el matador ejecuta tan abominable faena.
Y aquí vale preguntarse ¿qué clase de humano se enorgullece del título de “matador”? ¿Quién puede sentirse honrado de terminar con una vida? ¿Quién puede vanagloriarse de sus manos tintas en sangre inocente?
Debe cambiar, además, la aceptación cómplice de millones de personas que venden tan salvaje espectáculo como parte de un paquete turístico. Y la irresponsable ligereza con que los turistas pagan para decir que estuvieron allí, aplaudiendo algo que deberían, por el contrario, intentar impedir, o repudiar al menos, desde su conciencia moral.
Y debe finalmente cambiar la visión de esas prácticas crueles como si fuera parte inherente de la idiosincrasia de todo un pueblo.
Porque sabemos que son muchos los españoles sensibles que aborrecen esos espectáculoss repulsivos, y sin embargo son identificados con ellos por el solo hecho de su nacionalidad.
Del mismo modo, a mí como argentina, me rebela que se me relacione con las riñas de gallos o de perros, que aunque prohibidas por la ley, en algunos lugares del interior se llevan a cabo todavía. Pero es otro tema, que comentaré seguramente en otro post.
Y que quede claro que no es la mía una crítica a España ni a los españoles, sino sólo el pedido de que cambie una costumbre muy antigua, que ya no es tolerable en el contexto de la nueva cultura que pretende un mundo mejor, pero no sólo para los seres humanos sino también para todos los demás seres que lo habitan junto con él.
Sé que se alzarán voces en defensa de la TRADICIÓN, y a ellas les respondo: también el derecho de pernada, el cinturón de castidad, el encierro y ocultamiento de los discapacitados, entre tantas otras abominaciones, fueron alguna vez tradición, y por fortuna la cordura las fue dejando atrás.
También la tradición es perfectible y puede y debe evolucionar con el tiempo y la conciencia.
¿O deberíamos seguir arrojando cristianos a los leones, porque era una costumbre aclamada por las masas?
No lo creo, ¿y ustedes?
¡NO! entonces a las corridas de toros.
¡NO! definitivo a su exhibición en medios masivos de comunicación.
¡NO! a tan salvaje carnicería.
¡NO! rotundo a la crueldad con los animales.
Sí, en cambio al señorío español. Sí a sus danzas, sí a su música, sí a sus cantautores, a su alegría de palmas y castañuelas. Sí a sus paisajes y Sí al cambio necesario.
Nos vemos el próximo sábado. Hasta entonces, vayan corriendo a hacer pancartas que digan ¡LIBEREN A FERDINANDO!
Un beso. GRACIELA
P.S: El pasado 9 de junio, fue el día del geólogo. Vaya un afectuoso abrazo retroactivo a aquéllos de mis colegas, que me hacen sentir orgullosa de la profesión.
P:P:S: Mañana es el día del padre. Los que tienen la suerte de poder abrazar al suyo, no desaprovechen la oportunidad de homenajearlo. No importa cuándo se vaya, siempre será demasiado pronto.
P.P.P.S: Mientras escribo esto, acontecimientos terribles amenazan la paz de mi país, y pienso en otro cambio necesario: Señora, cambie de lugar tanto colágeno, mejor recauchute con él algunas de sus neuronas. Ningún incendio se apaga con fuego. Se lo digo por si le aseguran lo contrario los mismos asesores que le dijeron que la soja es un yuyo.
Vamos, Kris, portate bien por un ratito….
P.S: El pasado 9 de junio, fue el día del geólogo. Vaya un afectuoso abrazo retroactivo a aquéllos de mis colegas, que me hacen sentir orgullosa de la profesión.
P:P:S: Mañana es el día del padre. Los que tienen la suerte de poder abrazar al suyo, no desaprovechen la oportunidad de homenajearlo. No importa cuándo se vaya, siempre será demasiado pronto.
P.P.P.S: Mientras escribo esto, acontecimientos terribles amenazan la paz de mi país, y pienso en otro cambio necesario: Señora, cambie de lugar tanto colágeno, mejor recauchute con él algunas de sus neuronas. Ningún incendio se apaga con fuego. Se lo digo por si le aseguran lo contrario los mismos asesores que le dijeron que la soja es un yuyo.
Vamos, Kris, portate bien por un ratito….
P:P:P:P:S: Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle,
¿les gusta la idea? Y recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.
7 comentarios:
Graciela:
Recuerdo que cuando era niño, y vivía en Mendoza, me gustaban las corridas de toros que veía en la televisión. Me impresionaba mucho cuando, a veces, el toro saltaba sobre los espectadores. Eran momentos de pánico, corridas y confusión.
Sí, estoy de acuerdo contigo. ¡Pobres animales!
Por otro lado, tu defensa de los animales me ha hecho pensar en Jane Goodall, Dian Fossey, Biruté Galdikas, Carl Sagan y Roger Fouts.
En especial, Graciela, en un libro extraordinario que leí hace dos o tres años: Primos hermanos, de Roger Fouts. Fouts es un primatólogo estadounidense.
Y sí, es gravísimo lo que está pasando en el país...
¡Que sigas bien!
Carlos Alberto , a medida que pasa el tiempo, más me asusta lo que pasa en el país. Cordura es lo que nos hace falta. Cuando escucho a D'elía invocando el art. 21 de la Constitución con tanta ligereza, me espeluzno.
¿Has hecho un post con Fouts? En tal caso, pasame el link, nunca termino de explorar tu blog, pero aprendo muchísimo en él.
Me pasa lo mismo con el de Roy Jimenez Oreamuno, o el de Terox y el de Avellaneda (aunque éste último hace mucho que no actualiza). Mi trabajo cotidiano me impide dedicarles mucho tiempo, pero todo el que les dedico me hace crecer.
Un beso. Graciela
Totalmente de acuerdo. La corridas de Toros no tienen cabida a estas alturas de la historia. Te cuento que acá hay corridas, pero no se puede maltratar al toro y mucho menos, matarlo. Algo es algo...
Es preocupante lo que sucede allá, en la tierra de la Plata. Ojalá se pueda resolver sin que la sangre llegue al río...
HOla com oandas? te invito a participar del Bufanda fest!
http://dejalacorrer.blogspot.com/
Hola Terox me alegro de que allá no maltraten a los toros, aunque sería mejor que desaparezca el espectáculo, claro.
Gracias por tus buenos deseos, pero estamos ante muchas actitudes casi dictatoriales, te juro que asustan.
.:: Terrenal Gracias por la invitación, no va a costarme nada, porque siempre uso bufanda o pañuelos coloridos al cuello cuando hace frío.
Un beso Graciela
Hola Graciela!
Puedes ver tu trabajo publicado en "Sigo esperando..."
Saludos!
¡¡¡¡PUMMM!!!!!AY, AY ¡LA @, %& "**@!
Salí corriendo para verlo, y me llevé todo por delante!!!! Nos encontramos allá. Un beso graciela
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