Como todos sabrán desde hace años (menos yo, que me enteré recién cuando se me ocurrió meterme con este tema en mis delirios blogueriles), el cuarto aniversario de bodas se conoce como "bodas de frutas".
Aparentemente el origen de la asociación surge de la remanida expresión que asume que cada miembro de una pareja es la "media naranja" del otro.
Y se aplica muy bien cuando ya han pasado cuatro años de convivencia, porque lo que alguna vez fue una naranja entera, a esta altura ya se redujo a la mitad.
Uno tiene la mitad de sus sueños iniciales, la mitad de una casa, la mitad de una cama, y la mitad de años como expectativa de vida.
Además, varios años de convivir le chupan a uno la energía, como se le chupa el jugo a una naranja.
Ninguna de estas asociaciones es demasiado halagüeña, pero la que deben definitivamente desterrar los machistas recalcitrantes que todavía quedan, es la de asociar a su pareja con la marca de un trapo de piso, o una gamuza para limpiar los muebles.
Pero el cuarto aniversario no es sólo boda de naranja, sino de frutas en general, de modo que hablemos ahora de otras frutas.
Viene muy especialmente al caso la manzana, porque después de todo, ésa fue la fruta que tentó a la primera pareja de la historia (o la leyenda).
Por una manzana fue que la humanidad toda se condenó al yugo tanto laboral como matrimonial para toda la eternidad.
Pero no alcanzan un par de frutas para tamaña generalización. también le toca su parte a la uva, en alusión al estado etílico con que algunos sobrellevan su matrimonio.
Y al durazno, porque hay que aguantarse la pelusa, tan desagradable como inevitable.
Y a la pera, que es lo que algunos le piden al olmo con el que se han casado.
Banana es lo que uno creía ser antes de ser cazado y resultar casado.
Mandarina de las buenas resultó ser el cónyuge, cosa que ya se ha descubierto al cabo de cuatro años.
Pomelo porque en cuatro años seguramente algunos tragos amargos habrá habido en esta ensalada de frutas.
Y por fín porque comer cualquier clase de fruta antes de su conveniente maduración suele provocar desórdenes gastrointestinales muy poco románticos.
Pero pese a todos estos sabores, para disfrutar las dulzuras de la vida, ya sea solos o en pareja, ¿qué mejor que adoptar un animalito doméstico, fuente de tanto amor como uno pueda pretender.
Pueden escribirme para que los acompañe en la búsqueda de ese compañero ideal.
Un abrazo y hasta el próximo sábado. Graciela.
P.S.: Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la mención de la fuente, porque tiene protección de propiedad intelectual
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