Bartimeo, Federico Alfonso y Elvira Inés, los ángeles del blog.

sábado, 16 de diciembre de 2023

Una breve reflexión, desde las palabras de otro.


Hoy he seleccionado para ustedes un breve parrafito del Conde Maurice Maeterlink con la doble intención de presentárselo por un lado; y de inyectar una idea propia, por el otro.

Pero vayamos por partes.

Primero el parrafito, en traducción más o menos textual:

... hay en el ser humano muchas regiones más fecundas, más profundas y más interesantes que las de la razón o las de la inteligencia...
Hasta allí, algo de lo que escribió en su libro La inteligencia de las flores. Ya volveremos sobre esto, pero ahora les cuento que Maurice Maeterlinck es de origen belga, nacido el 29 de agosto de 1862 en Gante, y fallecido en Niza el 5 de mayo de 1949.

Escribía en francés, y estudió leyes en la Universidad de Gante. Fue fuertemente influenciado por el romanticismo alemán. 

Probablemente su obra más famosa fue L'oiseau bleu (El pájaro azul) cuya lectura seguramente muchos habrán disfrutado tanto como yo; y que se constituyó en un éxito teatral en la puesta en escena de Stanislavsky de 1908.

En 1895 conoció a la actriz Georgette Leblanc, para quien escribió la pieza teatral Monna Vanna, y de quien fue pareja hasta 1919, cuando se une en matrimonio legal con Renée Dahon.

En 1911 obtuvo el Premio Nobel de Literatura y fue entonces cuando el Rey Alberto Primero de Bélgica le otorgara el título de Conde.

Mucho después se vio envuelto en un escándalo al publicar su obra La Vida de la Termita, que resultó ser un plagio del libro del naturalista sudafricano Eugène Marais que se titulaba El alma de la hormiga.

Y ahora la pequeña reflexión que las palabras que reproduje más arriba dispararon en mi mente.

Es verdad que hay regiones del alma que trascienden la inteligencia y la razón, lo cual me hace plantearme esta pregunta:

¿Por qué entonces esgrimimos precisamente la inteligencia - que además caprichosamente decidimos que sólo a los humanos les es propia- como el cimiento sobre el cual construimos un sistema en el que nos apropiamos de todos los demás seres vivos? 

Habiendo tantos otros rincones tanto más valiosos que la razón, y que compartimos con los demás animales, según miles de observaciones han demostrado, (tales el amor, la empatía, la solidaridad, la abnegación, etc.) ¿por qué nos escudamos en el raciocinio para decirnos "dueños" de todo cuanto encontramos en la naturaleza, incluso de animales cuya valía en tantos aspectos nos excede?


Los dejo pensando en esto, y en adoptar a cualquier animalito necesitado de amor, que todavía no ha encontrado su destino.

Si este post les ha gustado como para copiarlo en sus redes, mencionen la fuente porque todo el material está protegido con propiedad intelectual.

 
Un beso y hasta el próximo sábado. Graciela.

¨P.S.: Para no ser acusada de plagio, les cuento que la foto que ilustra el post me llegó en un mail, y no tengo idea de a quién pertenece.

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