Será que últimamente las cosas vienen complicadas, será que no me gusta el invierno, o será que ya estoy necesitando un nuevo viajecito por el Caribe, lo cierto es que ando con fiaca para escribir posts, de modo que el de hoy también será cortito, ¿y de qué se trata? Pues sólo de un par de refranes modificados a mi gusto.
Yo no creo demasiado en la tan mentada sabiduría popular, y la razón salta a la vista: si la sabiduría fuera un patrimonio tan universalmente compartido, no andaríamos por el mundo cometiendo tal cantidad de pelotudeces dislates, sino que tomaríamos siempre o casi siempre, o más a menudo, o cada tanto, o bah... alguna vez, por lo menos, decisiones acertadas con mejores efectos sobre nosotros, nuestro futuro y el del planeta entero.
O sea, que lo de la sabiduría popular, decididamente no lo compro. Y por eso mismo, los refranes que se supone que son algo así como el compendio de dicha sapiencia, a mí no me provocan ningún respeto.
Más bien me inspiran versiones más pedestres, y a mi gusto mucho más lógicas. Hoy empiezo con tres de mis Refranes Disidentes:
Lo bueno, si es breve, no dura mucho.
Porque para mí, ese elogio de lo cortito, me parece adecuado sólo para los que viven la vida corriendo y con la lengua afuera. A mí, en cambio, me gusta el lento deleite, y la larga expectativa. La preparación previa, el regusto posterior. Por eso elogiar lo breve, sencillamente no se me da.
No por mucho madrugar, anda uno despabilado.
Lo juro. Por razones laborales el único horario de que dispongo para acudir al gimnasio es a las 7 y 30 de la mañana, pero si bien llego a él después de caminar un kilómetro, recién me despiertan del todo los crujidos de los huesos de mis compañeras de infortunio, cuando ya voy por el abdominal número 95. Tal vez por eso tengo fama de resistente y de estado físico envidiable. Sencillamente porque hasta ese momento ni siquiera he tomado conciencia de que ya no estoy abrigadita en mi cama, sino que llevo un rato zapateando en el step.
El que guarda siempre tiene...que acordarse en dónde.
Este último es el que más me atañe, porque soy de los que acumulan montañas de papeles con informaciones útiles, fotos de todas partes, ensayos a medio terminar, cartas divertidas, etc. etc., y las guardo tan prolijamente que casi nunca las encuentro en el momento apropiado, sino muchos meses más tarde.
Y he implementado una metodología absolutamente novedosa, porque ahora que tengo la posibilidad de archivar todo sistemáticamente en la PC, también consigo perder los archivos por largos períodos de tiempo.
Si busco en la notebook, seguro está en la compu grande, o ni siquiera en la de casa, sino en la de la oficina. Y además lo que juraría que se titulaba resumen de visa, lo titulé en cambio visres, y no fue a la carpeta cuentas, sino a desgracias inminentes o algo por el estilo.
Por todo lo dicho, mis refranes adquieren otra dimensión, y se apartan tanto de la idea original.
Y de a poco les iré comentando mis propias versiones de otros muchos más.
Ahora vean éste:
El que adopta un perrito abandonado tiene todo el cielo ganado.
En ése sí creo, y lo dedico a Tammy que sigue clamando por una familia.
Un beso y hasta el próximo sábado. Graciela
Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito de la calle, ¿les gusta la idea?
P.S.: Recuerden que cualquier cosa que quieran usar de este blog debe incluir la mención de la fuente, porque todo en él tiene protección de propiedad intelectual.
2 comentarios:
Sabia, que eres una sabia. Los refranes son a la sabiduría lo que los políticos a la convivencia, unos, aparentemente, sabios, otros, aparentemente, necesarios.
Varios abrazos.
Avellaneda
Gracias, Avellaneda, excelente comparación la tuya. Un beso, Graciela
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