Un nuevo paso en esta tarea de compartir mi libro, que no es más que un ensayo satírico, y que como tal debe tomarse.
QUINTA
PARTE
Los
dioses que querría para mí.
Estos
dioses podrían ser los míos, pero son tan lastimosamente humanos que debo
asumir con amargura, que disto mucho de tener mi angustia teosófica resuelta.
Ninguno de estos dioses es completo. Todos tienen una limitación que finalmente
los delata como lo que son: meras creaturas de mi mente. Meras sombras que
dibujo en la pared. Meros deseos de algo superior.
La
cabal comprensión de que estos dioses son aisladamente incompletos casi me
arroja de bruces en la tentación de crear un ente compuesto a partir de la
sumatoria de los dioses parciales, pero Eteakike (o sea hete aquí que) empiezan
a surgir los matices incompatibles que me impiden hilvanarlos juntos. Un Dios
padre no puede ser tan compinche como un dios hermano, porque aquél no creció
con uno como éste. Un dios amigo no es tan ciego y parcial como un dios hermano
que se obnubila por la comunidad sanguínea. Ni un dios padre puede ser tan
divertido como un dios amigo, porque tiene otras responsabilidades.
O
sea, y otra vez Eteakike vengo a descubrir que en realidad no estoy diseñando dioses
aceptables, sino solamente describiendo los más bellos matices de otra cosa que
tal vez deba finalmente aceptar que para mi modesta y confusa persona ha usurpado
los altares.
Casi
definitivamente éstos mis dioses son en realidad las caras que he ido
conociendo o imaginando para lo único que hasta hoy me inclino a venerar: EL
AMOR.
Y si de amor se trata, aquí está disponible en la forma de Moria, del refugio, que está buscando hogar desde hace años.
2 comentarios:
Recuerdo ese libro!!! La tía Finita!!!
Pues sí, Nacho , ése es mi libro. Todo un hallazgo para mí como autora, que alguien más que mi familia lo haya leído, jejejej Un abrazo, Graciela.
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