Bartimeo, Federico Alfonso y Elvira Inés, los ángeles del blog.

sábado, 6 de julio de 2019

Un nuevo capítulo de mi autobiografía bizarra.

Ya saben ustedes que entre mentiritas chiquitas, verdades grandes, y sobre todo mucho humor, voy hilvanando los recuerdos de mi vida y mi historia. 
Aquí va mi cuarto capítulo.

Capítulo IV de mi Autobiagrafía Bizarra.
Las ventajas del doble menú.

Ya les dije en el capítulo anterior, que las dos opciones en la mesa familiar de mi infancia eran "lo tomas"  o "lo dejas". Porque si bien mi madre podía cocinar muy bien cuando quería, casi nunca quería, (digna herencia que yo he llevado a niveles de excelencia) y nos arreglaba con diversos enlatados, rejuntes, recalentados y leftovers la mayor parte del tiempo.
Esto, además de generar un metabolismo a prueba de balas, del que soy testimonio viviente, trajo aparejadas otras consecuencias de muchísimo provecho en la vida. En mi caso, una fuerte inclinación hacia la estadística, que fue hasta el basamento de mis actividades de investigación científica. (¡Gracias, mamá!).
Efectivamente, ya a muy temprana edad, mis hermanos y yo aprendimos  a especular científicamente y sobre bases estadísticas, antes de decidirnos por una de las dos opciones mencionadas de menú.
Muy pronto comenzamos a calcular cuántos "lo dejas" faltaban antes de un "lo tomas", y cuántos eran aceptables para una supervivencia todavía saludable.
Así, pues, si el siguiente "lo tomas" parecía estadísticamente muy remoto, devorábamos los "lo dejas" que nuestras estimaciones nos señalaban como imprescindibles.
No es de extrañar entonces, nuestra fascinación por la matemática, el cálculo, el álgebra y todos sus sucedáneos.
No éramos tan inteligentes  (como nuestra madre su ufanaba en proclamar) como astutos, diferencia que nos empeñábamos en ocultar para seguir mereciendo sus injustificados elogios, y las magnificadas alabanzas de las tías, para quienes éramos tres modernos Leonardos (Da Vinci, no Di Caprio), que alumbrarían el mundo con su lucidez y precocidad.
¡Dulces e inocentes tías!!!
Tan dulces como Gigí, que espera todavía conseguir la familia que merece.
Un abrazo y hasta el próximo sábado. Graciela.  
Espérenme con la noticia de que le dieron hogar a un perrito o gatito callejero o rescatado de alguna fea situación.
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