Hay tanto para decir sobre este nuevo fundamentalismo que carga contra el idioma sin argumentos de más peso que los prejuicios, los preconceptos y la ignorancia, que casi no sé por dónde empezar. Veamos algunas cositas a considerar y saquen ustedes luego sus propias conclusiones.
- Si bien existen en el idioma castellano dos géneros bien definidos, a los que corresponden los artículos el y la, en esa mirada dicotómica se pasa por alto la existencia del artículo neutro lo, con el que se designan cualidades a las que no puede atribuirse género. Como ejemplos: lo bello, lo sublime, lo genial, lo amable, etc.
- Si analizamos esa neutralidad genérica, asociada a la letra o con que termina el artículo mencionado arriba, asumir que los sustantivos terminados en dicha letra son el resultado de una mentalidad machista, es por lo menos infundado. O peor aún, emergente del preconcepto de quienes abogan por el nuevo lenguaje que - también sin fundamento- denominan inclusivo.
- Cuando se utiliza entonces el género masculino para designar un colectivo de todas las elecciones sexuales posibles, se está haciendo uso de una extensión de esa neutralidad que a veces caracteriza a la letra o; y no de un machismo exacerbado.
- Decir que el uso de la e es inclusivo es la más absoluta contradicción, porque al reemplazar con ella el uso de la o, lo que se hace es precisamente una exclusión. Como pretender abolir un género, que de todas maneras también existe.
- Y el colmo de la incoherencia aparece cuando a esa letra e, supuestamente inclusiva, se la erradica también de términos como presidente, intendente, estudiante o caminante. ¿En qué quedamos, la e incluye o excluye? ¿La adoptamos o la desterramos?
- Suponer que cambiar algunas letras del idioma va a generar un cambio de conciencia es por lo menos ingenuo, cuando no directamente estúpido. Porque por mencionar un caso, la palabra negro para designar una raza se ha reemplazado por "persona de color" o "afroamericano" o mil eufemismos más, y sin embargo, el racismo sigue en pie con toda su fuerza, y lo estamos viendo hoy mismo en terribles situaciones que generan violencia cotidiana en Estados Unidos.
- Un lenguaje inclusivo no consiste en cambiar algunas letras, ni se consigue destrozando las reglas de un idioma consagrado en grandes obras literarias y en siglos de historia. Se consigue, en cambio, cuando se despoja a las palabras de sus contenidos peyorativos. No deberíamos tener que decir "no vidente" en lugar de ciego, porque ser ciego no es un disvalor, sino una característica personal, que muchos ostentan con enorme dignidad. Del mismo modo, emplear términos como tercera edad en lugar de anciano, o carenciado en lugar de pobre, sólo indica que hemos cargado de connotaciones negativas a palabras que designan realidades que no tienen por qué parecer estigmas. Esto lo he explicado con detalle en otro post de este mismo blog hace ya muchos años, y que les sugiero ir a leer aprovechando el link.
Podría abundar mucho más sobre el tema pero resultaría muy innecesariamente largo. En vez de eso prefiero dejarles una amable sugerencia: dejen en paz el idioma que tantos escritores y poetas ennoblecieron, y pónganse mejor a trabajar en sus propios prejuicios y preconceptos para así hacer de verdad una sociedad mejor y que incluya a todos.
Y entre los que deben ser incluidos están también los animales. Un buen comienzo en ese camino sería adoptar a un callejerito, perro o gato, que nos hará mejores personas, menos fanáticas y más tolerantes. Un abrazo y hasta el próximo sábado. Espérenme con la noticia de una adopción ¿les gusta la idea? Graciela.
P.S.: El modelo de la foto no está en adopción, es Magnus Alexander el día de su rescate, cuando estaba super flaquito. Si vieran lo imponente que está ahora, se caen de espaldas.
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